jueves, 22 de agosto de 2013

ESTAMPAS ARANESAS. VERANO 2013


Sant Joan de Torán es un pequeño y pintoresco pueblo agregado de Canejan y que se encuentra al fondo de la Val de Torán, a 1035 m de altitud. La leyenda habla de asentamiento de templarios pero en realidad por aquí el tiempo se detuvo hace mucho limitándose a formar parte de la naturaleza onmipresente. Donde los ojos pierden el detalle, hacia el oste, lucha con las nubes la cresta mineral de Vacanera. Hemos venido esta vez para enseñar a nuestros amigos, Tere y Victor, el Arán profundo y les veo entusiasmados, respetuosamente integrados en la liturgia de los bosques que nos circundan con sus voces de duende.




 Descendemos el valle para volver a subir por la carretera hacia Canejan, que desde sus 960 metros vigila la frontera, que ya lo era en tiempos de los romanos cuando construyeron sobre esta altura un castro defensivo. Fue también el primer pueblo conquistado por los combatientes que traían el ideal de restaurar la República después de la victoria de Franco. Las cercanas Minas de Liat aportaron durante siglos, hasta principios del XX, una intensa actividad para sus habitantes. Desde su mirador vemos discurrir la vida del Baix Arán con Les y Bossost como zocos en busca del francés. La intrincada boscada del Puerto Portillón silva al paso de un ciclista. En el descenso a la carretera nacional encontramos la indicación para llegar a Bausén. Es sólo una breve visita, mañana traeremos a nuestros amigos para la excursión del bosque de Carlac, que seguro no olvidarán.






                                                                             

 Casau está a los pies del imponente Montcorbison con 2170 m. Es la primera población de Aran descendiendo desde el Túnel de Viella y su caserío domina sobre Vielha y encara las lejanas laderas de Baqueira. Es un lugar tranquilo, ajeno al trajín de allá abajo, a salvo de visitas multitudinarias, un rincón visible y poco conocido. La subida desde el pueblo a la Bassa de Oles acentúa la sensación de vuelo sobre el Valle. La torre de su iglesia es la última construida en la Val de Aran pero eso no importa, quizá iba para faro, tal vez de puesto de vigía.






Barranco des Comes
 Subiendo hacia la Bonaigua, Arties es la puerta de entrada a Valarties, límite norte del Parque de Aigües Tortes y la silueta agreste del Montardo invita a la caminata hasta la Restanca pero hoy venimos a descubrir las huellas de la riada de junio. El pueblo se recupera pero todo indica todavía la tragedia y vemos muchas puertas y ventanas abiertas a la curiosidad  buscando secar sus paredes. En Urtau, la primera taberna que conocí en el Valle, muchos años atrás, las tapas se amontonan como una ofrenda, como siempre, y el dueño nos enseña donde llegó el agua en la barra. Los restos del castillo y la iglesia románica, gótica, de Santa Maria, necesita de un euro para ser visitada y lo depositamos en un cestillo para ver su retablo, no importa el precio de la entrada. El Arte ya no es gratis en las iglesias como tampoco lo es el perdón que sermonean. Duros tiempos para la teología.



Santa María de Arties  XI-XIII


Retablo gótico  XV

Murales sobre el Presbiterio

En pleno bosque de Baricauba hay un lugar de reposo para las familias con cuidados asadores en los que se puede hacer fuego. Es un claro en el bosque al que llaman el Plá de Batallé. En la humedad de la penumbra se puede oler el delicioso aroma de la carne asada o el fétido asomar de un Falus Impúdicus que atrae en su prepucio vegetal a las moscas verdes de la mierda. Cuestión de suerte. Esta mañana fue la seta nauseabunda la que agredió la pituitaria. Buscamos setas, algún temprano Lactarius salmonicolor, varios Cantarellus Cibarius, un gran ejemplar de Tricoloma Portentosum y muchas Russulas. El bosque sin saberlo, se ha adelantado al otoño. Una colla de burros platerescos comentan que les gusta mi carro y hay uno que se excita con las llantas relucientes, nos quieren comer en la mano pero no llevamos comida para darles y se empeñan en seguirnos como burros obstinados. Al final nos vamos sin volver a mirarlos.




 La torre de vigilancia de los bomberos de Vielha nos advierte que no existen secretos para ella, que lo ve todo, y el Riu Nere no sabe quitarse las escamas de piedra que lo cubren desde la última riada. Hay mucho ocioso con deportivas recorriendo la larga avenida, calculando el precio de la caña en las terrazas con toldo, es verano, especial, como siempre, en Era Val D'Aran.



fotos E.Mateo

2 comentarios:

  1. Hola precioso lugar estuve en una primavera y no sé si me gusto más que en invierno.Gracias por compartir así nos enriquecemos todos.
    un cordial saludo desde Barcelona.

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  2. Hola precioso lugar estuve en una primavera y no sé si me gusto más que en invierno.Gracias por compartir así nos enriquecemos todos.
    un cordial saludo desde Barcelona.

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