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jueves, 27 de junio de 2019

TRISTOBERFEST, LA FERIA DE LA CERVEZA DE TRISTE


Por su nombre, la pequeña localidad de la Hoya de Huesca llamada TRISTE, podría parecer un lugar donde no hubiera alegría. Nada más lejos de la realidad.
En primer lugar, su ubicación junto al pantano de La Peña, es ideal para los que quieren calma. En segundo, Triste sea posiblemente uno de los pueblos más divertidos de Aragón. La excusa para la fiesta no les hace falta a sus pobladores. A lo largo del año son muchas las veces que desde mi refugio de Aroa me llegan nítidos los acordes de la música. Solamente necesito recorrer un par de kilómetros para sentirme incluido en la celebración de turno.
En el mes de Junio, ya son varias las ediciones de una simpática réplica a las fiestas de la cerveza de las ciudades alemanas: la TRISTOBERFEST. Medio pueblo se disfraza de bávaro y todos dan buena cuenta de salchichas y varias clases de cerveza, como su esto fuera Munich. La música es elemento esencial y los D.J. hacen bailar a los que se dejan.
En definitiva, juerga y cerveza para todos los públicos.
En este verano, varias celebraciones más ocuparán a los tristinos.
Menos mal que saben reírse del nombre.





Iglesia románica de Triste  S XIII





FOZ DE SALINAS, PREPIRINEO ESPECTACULAR


La ruta que parte de Villalangua, un recóndito rincón al pie de la Sierra de Santo Domingo, para llegar cruzando la Foz de Salinas hasta al pueblo abandonado de Salinas Viejo y aún más allá, hacia la Osqueta, que dibuja su perfil de uve doble, es una de las excursiones más bonitas del Prepirineo aragonés. El estrecho de la Foz tiene un atractivo especial en los farallones kársticos donde los buitres tienen sus refugios.
Es destacable la presencia de agua que gorgotea a lo largo del primer tramo de la senda. El rumor acompaña al excursionista predisponiéndole en su aventura por el recorrido hasta Salinas Viejo. El pueblo, cuyos restos se cubren de vegetación invasora y salvaje, fue una salina en el antiguo reyno de Aragón, dependiente de los monjes de San Juan de la Peña. Sus pobladores, en los años 50, fueron desalojados en base a unos supuestos corrimientos de tierra y reubicados en un nuevo pueblo junto a la carretera nacional que toma el puerto de Santa Bárbara como camino hacia Pamplona y Jaca. 
Ver florecer al Cuello de Rey, con una blanco penacho que aparece solamente una vez en su vida es una sorpresa que  nos depara la flora del lugar, entre bosques mixtos de pino rojo, avellanos, serbal, hayas, chopos cabeceros y una colección de arbustos como el boj, pletóricos de agua y vida.
La ruta puede atacarse desde Villalangua o desde Salinas nuevo, ambos accesos se juntan al pie de la foz, en la que el silencio se rompe con los graznidos de las chovas o los ecos del viento.
He tenido ocasión de recorrer el itinerario muchas veces, y espero seguir haciéndolo en el futuro. Siempre es distinto. Al final, de regreso, en la Posada de Villalangua, interesante lugar para conocer,  aguarda una acogida afable con un buen vermú y una mejor cocina





Pasarela sobre el Asabón. Villalangua


Villalangua

Foz de Salinas




Cuello de Rey. única floración en su vida


panorámica hacia el norte





fotos Eugenio Mateo



miércoles, 29 de mayo de 2019

LA FOZ DE ESCALETE, UNIVERSO PROPIO



La Foz de Escalete, universo propio

Una vetusta estación, una pujante industria maderera, un rio ensimismado en el paisaje, un pueblo dormido. Sobre todos, el tajo omnipresente desde el confín de los milenios. Hablamos de Escalete, de su foz, de su universo limitado entre el valle y el abismo. Son Sierras del Prepirineo, no menos altivas, no menos misteriosas, no menos recónditas. A pesar de convertirse en itinerario para cientos de andarines, no en vano es una de las rutas que terminan en el los Mallos de Riglos, la GR-95, cruzar el portalón de sus muros imposibles predispone a abandonar el confort de un horizonte marcado por el Gállego y adentrarse en el mundo perdido, aunque de tan conocido, imprevisible y distinto.
Hoy es primavera. 

En los primeros escarpes, los más ariscos, asciende una cordada. Cuesta reconocerlos, pero allí están, confundidos en las vías que quieren escalar. El cielo es de plomo. La calima resalta los brotes incontenibles de las ramas; asoman flores tempranas en las paredes rojizas de la roca y en el borde de la senda obstinada en llevarte a monte abierto. En cualquier caso, dejarse llevar de los pasos no evita detenerse para imaginar el vuelo por el vacío con un picado suicida sobre la cárcava profunda donde se desliza el arroyuelo. Hay que detenerse para escuchar cómo suena el silencio.

Conforme se asciende suavemente por la pista, el marco preciso de la gran abertura, la raja madre de las rajas, la garganta profunda, se va aplacando, negociando con gleras que roturaron las crestas vencidas por la erosión y las que fueron desafiadas por una vegetación exuberante e invasora.  Un bosque mixto ensancha el horizonte. Todo se renueva bajo el cielo de plomo, y sobre un charco del camino se refleja temblorosa la sombra de un viejo roble. Hay mucha agua junto al pastizal abandonado de la pardina de Escalete. Hay en el ambiente un rumor de corriente subterránea.

En estas tierras vaciadas por el tiempo resisten como pueden los fantasmas de las pardinas. La de Escalete fue abandonada en los años 50. La ruina acabará por derruirla del todo, es cuestión de tiempo y de rigores. Mientras, allí está, viendo caminantes y cazadores, con planta de casona en un paraíso bipolar. Vestigio de modos de vida extinguidos sin habernos ejercitado para los que vienen.































Fotos Eugenio Mateo

miércoles, 26 de septiembre de 2018

ANENTO, UNO DE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DE ESPAÑA


Una excursión a Anento se hace inexcusable por varias razones: La cercanía con Zaragoza, distante a 85 km. y a 20 km de Daroca con la facilidad de viajar por la autovía a Teruel; lo inusitado de su emplazamiento, en pleno Campo de Daroca, al abrigo de un valle recoleto en el que el agua abunda a pesar del entorno del secano de los páramos que la circundan; sus monumentos y rincones naturales de gran belleza como el Aguallueve; su historia desde el siglo XIII, como uno de los 116 lugares de la Comunidad de Daroca, fundada por el Conde de Barcelona y el castillo medieval  que fue atacado por el rey castellano Pedro I el Cruel; los vestigios defensivos de un ciclópeo torreón celtíbero que vigila desde la llanura al pueblo que se cobija debajo, en un barranco de inverosímiles escarpes arcillosos al que llaman Recuenco y una huerta prodigiosa que se refugia en las humedades del valle del Aguallueve. Todos estos motivos han hecho que Anento fuera incluido en la red de Pueblos más bonitos de España. A 919 m de altitud, sus 105 habitantes han conseguido una atmósfera atemporal que procura al visitante una constante sorpresa al ir descubriendo su peculiar personalidad de remanso de paz. Tuvimos ocasión de comer en el Horno de Anento, establecimiento que maneja con maestría las verduras de su huerta. Una visita, en fin, llena de contenido y disfrute.



Panorámica de Anento

Recuenco y cuevas

Detalle del torreón. Celtíbero  200 a.C.

Torreón de San Cristobal.  Torreón celtíbero del 200 a.C.

Castillo de Anento  1357


Vista del castillo desde Anento

Cuevas bajo el tozal del castillo

Formaciones rocosas del valle del aguallueve





Cabaña en la huerta


sendero al Aguallueve

Vista de Anento

Iglesia de San Blas   S XIII

Romanico de transición


Fotos Eugenio Mateo