Allí dónde un chopo ha sido herido por un rayo, en un cruce de caminos que antaño fue muy transitado, al pie de la sierra de San Juan de la Peña, cerca del gigantesco casco varado que simula la mole de Oroel, has llegado, caminante, a un lugar en el que el tiempo se ha olvidado de las prisas. Es Bernues un lugar recoleto de existencia longeva, en el 992 es donado por Sancho Garcés II al monasterio de Santa Cruz de la Serós, pero hoy nada delata de aquellos tiempos. La iglesia barroca de San Martin de Tours apenas guarda guiños de su pasado románico con dos solitarios crismones trinitarios posiblemente del siglo XI, y de los que por cierto, no se sabe su exacta procedencia. La compacta arquitectura civil típica de la zona conforma un caserío que se articula en una calle central y a la que festonean algunos edificios del XVI y XVII. El recorrido por el casco permite ver rincones en calma, todo el pueblo es calma. Algún hortelano cuida de su maravilla, mezcla de verduras y flores. Un pasaje con arco nos muestra la antigua cárcel, moderno eufemismo del pasado de bandoleros en este Camino Real que antaño comunicaba Zaragoza con Jaca. Hoy en día, los viajeros a San Juan de la Peña pasan de largo.
Fotos Eugenio Mateo
Julio 2016
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