ermita del Rosario. |
El "Dire" del Pollo Urbano y amigo, Dionisio Sanchez, con su mujer Cristina Loring, tienen una casona inmensa que ambos han restaurado, hace ya unos años y que está anexada a la iglesia, por cuyos muros a veces se cuelan los espíritus celestiales para beberse la provisión de cervezas que en la bodega esperan a la fresca, aunque los anfitriones son inasequibles al desaliento y pese a quien pese, disponen de vituallas en perfecta intendencia para recibir a tantos amigos que por allí se pierden.
Estamos hablando de un rincón al que llaman Osia, en la Comarca de la Jacetania y pedanía de Jaca. Historia tiene, no en vano fue donado por el rey de Pamplona Sancho Garcés al monasterio de San Juan de la Peña. Pero una gran historia en la época actual también, cuando un colectivo de artistas zaragozanos encontró en estos parajes la paz necesaria para sus creaciones y puso todo su empeño en rehabilitar un casco urbano deprimido y deprimente. Hoy, Osia es un pueblecito pirenaico totalmente remodelado y apacible en el que el tiempo se disfraza de refugio.
Dionisio y Cristina nos habían invitado a comer. ¡Comeréis rancho-había dicho Dionisio- que lo haré yo!. Desde la finca Aroa a Osia hay quince minutos. Somos vecinos privilegiados de la Galligera. Un paseo. Después del parte de novedades, pasamos revista a la casa para dejar constancia de la envidia, sana, que nos produjo entre otras cosas los aposentos del Sanchez Loring hijo, al que le han construido la buhardilla entera para su solaz, pobrete. El resto de la casa, para perderse- con razón son tantos los que por allí se extravían-
El sabio Dionisio tiene acceso propio a su sala de banderas. Así no molesta cuando tiene que ausentarse si le tienta la siesta. Hablando de banderas, la que este día flameaba en su mástil era la pirata. Señal que estaban los jefes en casa. Otro día podréis ver otras, cada una para la ocasión requerida. Jose Azul, escultor amigo les ha construido un banco escultura en el carasol dedicado al médico que se movió rápido para salvar el pellejo del Dionisio. Pero yendo al grano, los granos de arroz del rancho con caracoles ( no de granja, ojo) maridados con costilla de cerdo en adobo de los dominios sorianos de la familia nos supieron a gloria bendita. Antes, un sesudo vermú con anchoas de pedigrí abrieron el fuego. Nos acompañaban la hermana de Cristina y su hijo con un amigo. Ambos chavales decían no sé que de emprender una caminata hasta Botaya. -Hay que joderse con estos críos grandes que no le temen a las "farteras"-
Un servidor, que de previsor tiene poco, se olvidó de que las cámaras de fotos tienen batería y no pude hacer fotos de la comida y comensales porque se entretuvo en disparar a todo lo que se movía en el paisaje y llegada la hora de la verdad, no existe constancia de dicho evento gastronómico-cultural-etnográfico. Lo siento tanto que me servirá de excusa para provocar otro rancho o cacería de caracoles o búsqueda de la becada, o lo que se tercie, aunque no creo necesitar excusar para venir a visitar a estos amigos que tienen siempre la puerta abierta.
Gracias familia. Cuidarme bien del pueblo, no sea que vengan a tocar las narices de otras tierras.
Siempre a tus órdenes, querido Director.
fotos Eugenio Mateo
Dionisio y Cristina nos habían invitado a comer. ¡Comeréis rancho-había dicho Dionisio- que lo haré yo!. Desde la finca Aroa a Osia hay quince minutos. Somos vecinos privilegiados de la Galligera. Un paseo. Después del parte de novedades, pasamos revista a la casa para dejar constancia de la envidia, sana, que nos produjo entre otras cosas los aposentos del Sanchez Loring hijo, al que le han construido la buhardilla entera para su solaz, pobrete. El resto de la casa, para perderse- con razón son tantos los que por allí se extravían-
El sabio Dionisio tiene acceso propio a su sala de banderas. Así no molesta cuando tiene que ausentarse si le tienta la siesta. Hablando de banderas, la que este día flameaba en su mástil era la pirata. Señal que estaban los jefes en casa. Otro día podréis ver otras, cada una para la ocasión requerida. Jose Azul, escultor amigo les ha construido un banco escultura en el carasol dedicado al médico que se movió rápido para salvar el pellejo del Dionisio. Pero yendo al grano, los granos de arroz del rancho con caracoles ( no de granja, ojo) maridados con costilla de cerdo en adobo de los dominios sorianos de la familia nos supieron a gloria bendita. Antes, un sesudo vermú con anchoas de pedigrí abrieron el fuego. Nos acompañaban la hermana de Cristina y su hijo con un amigo. Ambos chavales decían no sé que de emprender una caminata hasta Botaya. -Hay que joderse con estos críos grandes que no le temen a las "farteras"-
Un servidor, que de previsor tiene poco, se olvidó de que las cámaras de fotos tienen batería y no pude hacer fotos de la comida y comensales porque se entretuvo en disparar a todo lo que se movía en el paisaje y llegada la hora de la verdad, no existe constancia de dicho evento gastronómico-cultural-etnográfico. Lo siento tanto que me servirá de excusa para provocar otro rancho o cacería de caracoles o búsqueda de la becada, o lo que se tercie, aunque no creo necesitar excusar para venir a visitar a estos amigos que tienen siempre la puerta abierta.
Gracias familia. Cuidarme bien del pueblo, no sea que vengan a tocar las narices de otras tierras.
Siempre a tus órdenes, querido Director.
fotos Eugenio Mateo
La última casa es la anigua Escuela, yo fui a ella
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