“CON-FIGURACIONES” /
Álvaro Peña
“Lo que busco no es la realidad ni la irrealidad,
sino lo
inconsciente, el misterio de lo instintivo
en la raza humana”
AMEDEO MODIGLIANI
El marqués Amedeo dal Pozzo encargó a Nicolas
Poussin (1594-1665) grandes lienzos para su palacio de Turín, entre ellos el
conocido como “La adoración del Becerro
de Oro”, un descriptivo óleo pintado en 1633-34, de 154 X 214 cm.,
exponente del Barroco francés y que hoy se encuentra en la National Gallery de
Londres. En él se descubren a los israelitas gozando en una bacanal, en torno a
un falso ídolo, el becerro de oro; el enfurecimiento de Moisés se manifiesta
con el correspondiente castigo a los danzantes, y les hace beber el oro fundido
del becerro mezclado con agua.
Hoy, Álvaro Peña (Murcia 1968) presenta una
colección de cuadros bajo el título “CON-FIGURACIONES”, que se instala junto a
restos de sillares de muralla romana del siglo III después de Cristo, en el
ESPACIO CULTURAL ADOLFO DOMÍNGUEZ, en Zaragoza. El artista plástico ha renovado
su lenguaje artístico en los últimos cuatro años. Las figuras retratadas a
través de acrílico sobre lienzo y tabla, se desvanecen a las leyes anatómicas y
a la concepción fisonómica de la silueta humana. Las criaturas que pinta Álvaro
Peña se ofrecen mediante composiciones figurativas con elevada carga de
expresividad.
“Soy un inconformista nato y busco continuamente la
autenticidad en la pintura. Si tengo que desgarrar una figura, la desgarro”,
cuenta el polifacético artista, que experimenta sobre una “figuración
expresionista”. Su obra trasciende de la belleza superficial para incidir en la
búsqueda incesante de la espiritualidad del ser humano, al igual que
anteriormente hicieron Egon Schiele, Oskar Kokoschka, Gustav Klimt o Amedeo
Modigliani. El livornés dijo un día: “Cuando conozca tu alma, pintaré tus ojos”
La exposición la preside un gran mural, de dos
metros de alto por tres metros de ancho, bautizado como “El penúltimo teatro del mundo o la fórmula magistral del deseo”, fluctuando
en la dramaturgia de Calderón de la Barca. En los cuadros de Peña transitan y
posan ciudadanos del mundo actual, personajes icónicos, junto a criaturas de
diferentes épocas históricas. Advertimos una selva de individuos de diferentes
sexos que pueden simbolizar el poder, el dinero, el placer, el desenfreno, la
marginación, la tiranía, el erotismo, la belleza, la mentira, la lujuria… seres de cuerpos distorsionados en hechuras y
alma, que se transforman para representar -lo mejor posible- el papel que le ha
correspondido en el reparto de “oficios” en nuestra sociedad mediática y consumista.
Confiesa el autor que “lo que pinto, en ocasiones,
no es muy entendible y cómodo de mirar”.
Las proporciones de El Hombre de Vitruvio, respetadas desde 1490, se disipan para
concebir a individuos deformes, caóticos, híbridos…, donde las orbitas y los
músculos extrínsecos del ojo adquieren dimensiones sobrenaturales, se
multiplican y desdoblan, con grotesca adaptación por si de esta manera pudiesen
ser actores de venideros universos cósmicos.
Aparecen en los cuadros un gigante dios-Beckham, coronado con el becerro de
oro; un indomable khuzdul (enano) que sostiene a una futura decrépita
madrastra de Blancanieves, que desearía ser Dorian Gray; casquivanos domadores
de gatos; funambulistas que mantienen en equilibrio una trilogía sexual
empírica; cortesanas que suspiran por ser martirizadas como santa Olalla… y ese
espectáculo lo presencia un asustadizo castrati,
Alessandro Moreschi, “l´angelo di Roma”, el
último castrado de la historia por fines líricos, que formó parte del Coro de
la Capilla Sixtina. La pintura de Álvaro Peña, de trazo libre y emocionante,
rezuma la angustia existencial del hombre moderno en un mundo deshumanizado.
En el “Filebo”
de Platón, se desarrolla una tertulia entre Sócrates, Protarco y Filebo, donde
este último sostiene que “el placer es el bien al que todo ser animado tiende
por naturaleza”, pero los contertulios se plantean la duda de “ser feliz con
placer o con sabiduría”. Polichinelas y dandis autómatas se asoman a los
lienzos de Peña, burlándose de idolatrías y prejuicios sociales. “Los recovecos
de la mente son complicados y voy adentrándome por laberintos cada vez más
extremos y confusos”, añade el pintor sobre las obras que forman sus recientes
e inquietantes “con-figuraciones expresionistas”.
Pedro López
Morales
Comisario de la exposición
fotos E.Mateo Otto
Con Pedro Lopez Morales y Alvaro Peña. foto Mercedes |
foto Mercedes |
No pude estar en la inauguración pero esto tiene muy buena pinta, así es que no me la voy a perder.
ResponderEliminarMis felicitaciones!
ResponderEliminarY que espacio tan bonito.
no pude bajar ,, pero pasare a verla ,, ok un saludo
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