He visto un pais en el que los árboles de ramas amputadas claman al cielo por la nueva primavera que les traiga otros miembros para ser paisajes de fronda y espesura. Con sus muñones piden que el frio cambie de azules y que desde la raiz mineral la vida vuelva por sus fueros.
Vistos así, implorantes gigantes, su fortaleza incita al mimo de unos mediodías de paseo y de unas noches amables que acabarán llegando pese a todos los temporales. Tan desvalidos parecen que sus troncos viejos todavía tiemblan, por eso sus posturas producen heladas en nuestro caminar.
Val d´Aran.
texto y fotos de E.Mateo
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