playa de Flakstad.
"Un conjunto de islas frías situadas en latitudes superiores forma una obra maestra que surge en el ámbito de una preciada tradición". Esta definición del National Geografic Traveler nos resume lo que el viajero encuentra cuando llega hasta este archipiélago noruego compuesto de siete islas principales en las que la tradicional actividad desde hace más de mil años es la pesca del bacalao que en grandes concentraciones bajan del Artico a desovar. Recorriendo sus costas se pueden distinguir los gigantescos secaderos que desde los tiempos pre vikingos han permitido a sus pobladores establecer una corriente mercantil al exterior.
Un ejemplo de la riqueza que estas aguas ofrecían es que la primera ciudad conocida del norte de Noruega estaba situada cerca de Svolvaer y se la conocía como Vâgar, probablemente desde antes de la Era Vikinga, en la Edad del Hierro. Posteriormente, en la Edad Media y en la Edad Moderna, la pesca se transportó desde aquí, hasta Bergen, donde se distribuía hacia toda Europa, en un comercio controlado por la Liga Hanseática. En tierra firme la agricultura fue una actividad constante de los pobladores desde la Edad de Bronce. Esta presencia humana con carácter tan estable tiene la explicación de que en invierno el mar en Lofoten no se hiela, manteniéndose a 0º como consecuencia de la corriente del Golfo, que consigue mantener el clima más suave al norte del Circulo Polar Ártico.
Otro extraordinario fenómeno de la naturaleza se da cita en Las Lofoten. Se trata del Maelstrom Saltstraumen. Esto es, un gigantesco remolino que se forma entre la bajamar y la pleamar de la siguiente marea dando lugar a este gran torbellino oceánico de 18 km al norte de la isla de Vaeroy, sobre el que escribieron Julio Verne o Edgar Allan Poe. Hemos navegado en lanchas rápidas sobre estas aguas buscando al aguila marina, también llamada de cola blanca, para verla pescar con su impecable técnica. Hemos recorrido el Parque de Esculturas justo al pie de los acantilados de la isla de Moskenes. Caminado en las playas blancas de Eggum. Visitado sus poblaciones de cuidadas casas de madera, Reine, Svolvaer, Ramberg, Henningsvaer, Sortland, etc. Todo aquí es majestuoso a la vez que íntimamente recogido en el regazo de la madre naturaleza, pura, libre, solitaria.
Es hora del regreso. Un ferry desde Skrova une con el continente en Skulvik. Desde allí se atraviesan las tierras de Nordland hasta llegar a su capital Bodo. En su aeropuerto, un avión nos trae de regreso al Sur, donde quedan varadas las ballenas que olvidan el sol de medianoche.
E.Mateo
fotos Lorena Mateo Piera
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