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| Costa de Tromso |
Archipielagos, fiordos y montañas crean el paisaje de la gran provincia de Troms en el norte de Noruega, Es aquí donde se encuentran los Alpes de Lyng con picos de casi 2000m. Hemos llegado desde la vecina Finlandia, a través del paso de Kilpisjärvi y la primera población de esta región noruega es Skibotn. De aquí hasta capital es un recorrido por un paisaje espectacular por la orilla del fiordo Balsfjorden en el que poblaciones como Nordkjosboth y Fagernes dan paso a la ciudad de Tromso, la capital del Nord Norgue, que con sus 66.000 habitantes es la segunda ciudad mas grande de la Laponia
Esta ciudad artica es conocida como el "París nórdico", por su actividad artística, cultural y gastronómica. El teleférico de Fjellheisen permite una impresionante vista de la ciudad y alrededores. Uno de los platos más reputados es el molie, un caldo de pescado o carne presentado en una exquisita pata de cangrejo real. Los pescados como el bacalao fresco, el fletán o el carbonero son habituales en las cartas de los numerosos restaurantes. Las carnes de reno, alce o cabra, junto con el cordero, son las mas demandadas.
Descendemos nuevamente hacia el Sur por Bardutoss, Rinsnes, hacia Gryllefjord, donde se toma un ferry hasta las islas Vesteralen, mas concretamente al asentamiento humano mas septentrional de la isla de Andoya que es Andenes, uno de los puertos pesqueros importantes de Noruega.
La actividad turística gira en torno a los "safaris" de ballenas. En mar abierto y a bordo de barcos acondicionados a tal efecto podemos contemplar el paso de las ballenas rorcuales. El espectáculo de ver surgir la cola de los cetáceos y la fumarola de su aliento no tiene comparativas. Es la vida más recóndita lo que se muestra sobre el mar en calma. La actividad laboral pasa por el aprovechamiento de las capturas. La gastronomía encuentra en esta carne fuente de ancestrales recetas. En la visita al Centro de Interpretación de las Ballenas, situado en una antigua nave marinera, se puede estudiar el mundo de esos gigantes indefensos. En Andenes el aire huele a sal y el cielo a sol de medianoche.
E. Mateo
fotos Lorena Mateo
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