Guarda todavía el bosque muchas sorpresas. Conforme nos adentramos en él, lo intrincado es la reserva de nuevas especies, algunas poco frecuentes como los Stromilobyces o boleto lanudo. Ser a mitad camino entre seta y perro de aguas que gusta de recogimiento y soledad. Aparecen las primeras ramarias como lombrices amarillas que emergen de la hierba. Amarillo es también el cantarellus cibarius, una de las setas más apreciadas y que sabe a melocotón. En esta parte huele a madera podrida, como la de esos barcos que siempre parece que no aguantarán la próxima tormenta. Sobre sus tocones a punto de derrumbarse, parásitos con formas caprichosas escalan sus astillas. Polyporus jaspeados, Trametes con pétalos de corcho, siempre en flor de un ikebana enigmático, Pleorotus de láminas de nácar y piel de terciopelo. Robustas tricolomas portentosun agazapadas en la sombra de la duda. Regueros de russulas, lactarios incomibles, lactarios para brasa, alfombra en lechos sin hojas muertas todavía.Compactas formaciones de pedos de lobo que guardan en su bolsa remedios para todo. Sobre el musgo y las fresas desbarata el aire con su hedor un joven exhibicionista descarado con su falo impúdico. Un Edulis aventurero no podrá crecer más a partir de nuestro encuentro. Empieza el otoño con aires veraniegos y tienen que llegar las madrugadas con filo de navaja, pero de momento el disfrute de las mañanas apacibles es una recompensa al alcance de cualquiera.
fotos Eugenio Mateo
octubre 2013
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