El Museo Canario se encuentra en el corazón del Barrio de Vegueta en Las Palmas y es desde 1879 una sociedad científica y cultural dedicada al estudio de la arqueología, la prehistoria y la historia natural de Canarias. La visita por sus salas permite una regresión a los modos de vida de los pobladores de Gran Canaria desde el siglo V a.C. hasta la conquista castellana de la isla en el siglo XV. Todo parece que los primeros pobladores procedían de Africa y su etnia era bereber. Lo cierto que en los diversos yacimientos que hemos podido visitar en Gáldar o el Cenobio de Valerón y otros muchos que existen en la isla, la cultura canaria -posteriormente denominada como Guanche aplicado a todos los aborígenes del archipiélago- presenta unas características sociales y culturales rica en conocimientos que les permitían una sociedad organizada y autosuficiente.
Me ha impresionado las salas dedicadas a la conservación de cadáveres que demuestran que aquellos canarios dominaban la técnica del embalsamamiento y de la trepanación como técnica quirúrgica al servicio de la salud. Por otro lado la antropología física nos habla de unos cuerpos de buena estatura y constitución si tenemos en cuenta los esqueletos que parecen que quieren entablar conversación. Varias momias duermen un sueño eterno cubiertas de finas capas de pieles, como un saco de plumas para el vivac. A más rango social, más capas. Indica pues que aunque casi todos aquellos trogloditas disponían a su muerte de una oportuna preparación funeraria, los más poderosos recibían en su cadáver una esmerada práctica acorde a su posición social. Nada que deba sorprendernos pues ya se sabe que en todos los tiempos también el enterramiento entiende de clases. En este caso el proceso a emplear era éste:
Después de aplicarle determinadas sustancias naturales se dejaba al cuerpo secarse al sol para luego cubrirlo completamente con envolturas de juncos y pieles de cabra cuidadosamente cosidas y estratificadas en capas. Convertidos en crisálidas en espera de un vuelo eterno, nunca jamás esperarían que su sueño fuera a ser interrumpido detrás de una vitrina.
Después de aplicarle determinadas sustancias naturales se dejaba al cuerpo secarse al sol para luego cubrirlo completamente con envolturas de juncos y pieles de cabra cuidadosamente cosidas y estratificadas en capas. Convertidos en crisálidas en espera de un vuelo eterno, nunca jamás esperarían que su sueño fuera a ser interrumpido detrás de una vitrina.
Replica de la Cueva Pintada de Gáldar
ídolos prehistóricos de culto a la fertilidad
manufacturas en fibras naturales |
cerámica aborigen
antropología aborigen
Momia y preparación funeraria |
cráneo trepanado |
Fotos Eugenio Mateo
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