PMateoEugenio1
Por  Eugenio Mateo
  Siempre que nos situamos frente a los hechos que cambian nuestra existencia no conviene perder de vista a los poetas. Decía Octavio Paz: “Los ojos hablan, las palabras miran, las miradas piensan” y sólo desde esta concepción que irrumpe desde el interior incandescente del Ser Humano deberíamos transitar por los caminos que las nuevas tecnologías facilitan para, precisamente, escapar de la sumisión de ser conducidos como parte de un tráfico inclemente por rutas que alejan en lugar de acercar. No hay, sino desde la reflexión de los poetas, otro modo de  acrecentar la necesidad de comunicarnos, el intercambio de ideas a través de nuevas formas de conversación que el Hombre moderno encuentra a su alcance, sin perder el norte imaginario de los deambulares en busca de  nosotros mismos. La información ya no está sólo en los Medios. Desde que existe Internet muchos muros han caído bajo las trompetas de Jericó. Todo está en la Red, o casi todo, porque existen reductos todavía donde lamerse las heridas a salvo de fibras ópticas en los que acabamos comprobando que la verdad no siempre escapa a la manipulación. Si  como panacea aceptamos que el Gran Hermano recomiende el menú de cada día, la consecuencia nos arrastrará sin remedio por nuevas rutas cibernéticas en las que los intereses esperan agazapados para cazar al intrépido que dejó a sus caballos  galopar desbocados. Se impone pues un debate a cara descubierta para determinar cómo, cuándo y dónde debemos incorporarnos al flujo incontenible de la información, incluso hasta por qué.
  La praxis está reñida con la lógica que a su vez no se habla con el atrevimiento; así pues, en tal encrucijada  tendemos a ser prácticos por encima de otra consideración, renunciando a los principios fundamentales del Conocimiento,  -que no son otros que la búsqueda de razones para determinar quién somos-  aún a costa de servir de diapasón de otros dictados. Nada más alienante que recibir respuestas sin emitir preguntas; nada más sencillo a la vez;  sin necesidad de contrastar, sin el falso pudor de una duda reprimida, sin el complejo de ser inoportuno. En la evolución de la sociedad hay implícita una involución del cuerpo social como indivisibilidad. El individuo forma parte de un todo que ignora su identidad para dotarle de una nueva hecha a la medida. Volviendo al sentido de lo práctico, nada parece que vaya a cambiar el signo de las cosas y por tanto viajar por las TICS es incuestionable.
  Durante más de veinte años, las autopistas de la información vienen encauzando  un omnipresente sentimiento de curiosidad que es atendido en todas sus facetas. No debe extrañar que su fin último sea mercantil pues ya sabe que esta tendencia se ha convertido en la piedra dovela de  la nueva Torre de Babel pero sería injusto desmerecer su capacidad de convocatoria al servicio del pensamiento cuando la sinceridad de las propuestas  parece  convincente. Artes y Letras transitan por ellas posibilitando su extensión inmediata, popularizándose la Cultura como nunca antes lo hizo, dando esplendor a lo que siempre fue  materia reservada.
 Democratización de usos, toma de contacto sin intermediarios, aprendizaje sin pruebas de selectividad, banalidad al acecho de  ignorantes, profundidad de conceptos para los limpios de corazón, tótum revolútum, sabios, desconocedores, instrucciones en todos los idiomas para el buen uso de la razón, predicadores de sofismas, charlatanes de feria intelectual, gurús, bien pensantes tras un minuto de gloria. Tanto cabe en el mismo toque de ratón, también nuestros olvidos, y la sabiduría, que recela de no conocerlo todo. Hablamos de los blogs, término anglófilo del cuaderno de bitácora donde el capitán de la nave recogía la gravedad de las galernas o el color cambiante de los mares. Ahora, una nueva generación de testigos comparte todo aquello que le es propio con anónimos lectores en una comunidad virtual pero cercana.  Aula, tertulia, miscelánea, foro, debate, controversia, afinidad, intercambio, acercamiento, comprensión, comunicación, alerta, individualidad, aviso, compartimiento, pero también voz para los que no la tienen y pretexto para los que dicen saber.
  Somos blogeros  y a veces nos engaña un falso resplandor aunque también pensamos que el sol sale para todos cuando contamos nuestras cosas sin el sonrojo que impone la humildad. Somos contadores de cosas sin importancia como si poco importante fuera saberse vivo; sembramos el ciberespacio de recados al oído que puede que algún día sean escuchados en lejanas galaxias. No importa escribir sin saber si serás leído porque  lo que se pretende  es  abrir las barreras como si de una cortina invisible se tratara. Recibir una visita desde el otro lado del Globo  consigue reducir a cero la distancia entre continentes y puede ser que en aquel habitante de las Antípodas se guarde por un instante la presencia intangible de la intención que se escapó por el teclado del ordenador.  Son de John Lennon las palabras que piden imaginar un mundo sin países, sin paraísos,  ajeno  a infiernos,  tan sólo el cielo arriba de nosotros.
  Nunca hubo tantos voceros de una civilización enferma de necrosis. Si los narradores que recorrían el Medievo hubieran conocido la magia de transportarse por el tiempo, el fenómeno del blog sería tan normal que dormiría en los diccionarios pero han sido las nuevas tecnologías las madrinas del  advenimiento, preciso y atrevido, de ésa  realidad que le roba horas al sueño mientras las teclas van tejiendo  voces sin sonido. Nunca tantos hablaron de tanto, más pareciera que hay prisa por recuperar el tiempo perdido, que los corros al sol hay que rescatarlos de nuevo, que es bueno conocerse a través de los otros aunque no se sienta la mano en el hombro. Nunca se viajó tan lejos sin moverse de la silla pero como todo tiene su lado malo conviene sustraerse al espejismo de la reclusión para seguir manteniendo la primigenia costumbre de la conversación cara a cara, la  que permite el juego de la adivinación de la próxima palabra, descubrir el brillo inusitado en la mirada que antecede a una reacción o la sutil tarea verbal de la suplantación; licencias que no pueden tomarse las nuevas tecnologías mientras no se demuestre lo contrario.
  No sé si me divierte comprobar cómo la clonación va ganando terreno. Copiar, de imitar, se practica con demasiado desparpajo. Es todo un ejercicio de masoquismo saber de la existencia del corto y pego y encontrar una definición repicada en sucesivos blogs previene de la presencia del furtivo que caza en coto ajeno. Siempre la eterna tentación de lo fácil en su predisposición hacia el vacío. En la mezcolanza de intelectos la complejidad  de lo variopinto estalla con un estruendo de impudicia; pasen y vean el gran circo mediático. Prestidigitadores sin sombrero de copa, domadores de fieras con dientes de goma, trapecistas con una red de acero, estrellas del porno blando con cinturón de castidad, mensajeros de las estrellas fugaces, clowns con síndrome de augusto, encantadores de serpientes inofensivas, faquires que se pinchan con clavos oxidados. Pasen y lean. Si no encuentran lo que buscan les devolveremos el dinero.