El Ebro, un río crecido
Se
sabe que aguas arriba, en el cielo se han abierto las compuertas de emergencia
y debajo, en la tierra, receptiva y sumisa, sufren de hartazgo los
cauces desbordados, desafiando a las
orillas con aire de matón, como un borracho desabrido que no se cansa de beber.
El
Padre Ebro desata su furia milenaria y llega, inclemente, a reclamar lo que ya no es suyo. Ingrata circunstancia es ser
ribereño cuando el patrón acuático se
enfada y lo que siempre fue un ademán permanente en el hombre por la búsqueda
del agua, se resume a veces en escuálidas
motas que quieren resistir y se disuelven en el empeño contra la crecida.
Aún
se acuerdan los sotos de antiguas avenidas, permanece una rémora de humedad en
sus raíces, pero eran tan casuales como el capricho mismo de la antigua
naturaleza. Ahora, se repiten en el tiempo con cadencia sospechosa; apenas se han secado las tierras inundadas y
aparece de nuevo la ola de Neptuno para dejar constancia de que los dioses existen,
divinidades que quieren mundos sumergidos en abismos de cieno sin calado. Algo
ha cambiado para que llover haya perdido su sentido amigo. Las borrascas del Atlántico que cruzaban pausadas
nuestras tierras han devenido en diluvios, y de eso, ¡ay! , sólo entendía Noé.
Últimamente, cuando llueve, pozalea, expresión
baturra donde las haya, y no hay que ser un entendido para observar la
transformación de nuestro clima.
La
imagen de esta bravura de un rio vivo posiblemente cause envidia en otros pagos
sedientos, a veces la opulencia puede ser malentendida. Hay que ser de aquí
para entender de estíos y hay que ser imbécil para confundir inundaciones con trasvases.La devastación es mas cruda que el sarcasmo. Desconozco de obras y dragados, el debate sobre el cauce
me excede, pero no pueden extrañarme los detritos de un río que envejece, ni los nuevos ciclos de lluvia que lo ahogan.
Sobrecoge
el desparrame del agua por los sembrados y se presiente la fuerza de los brotes
en los chopos de ribera. Es una corriente de lenguas viscosas que discurre como
una mar que presiente al lejano e infinito azul, en avance conquistador
o tal vez, reconquistador. La naturaleza es una caja de sorpresas
permanente. La génesis de todo lo que
fue y el epílogo de lo que falta por venir nos hacen guiños para llamar la atención sobre
lo que podemos encontrar dejando que la vista se vea arrastrada por la corriente que lleva prisa.
Traemos
las imágenes que Teo Félix ha conseguido rescatar de unas orillas procelosas,
en un homenaje al Río Ebro, padre de todos los ríos, que en estos días vuelve a
demostrarnos que quiere nuestro respeto. También, la fotógrafa urbana Susú nos acerca lugares conocidos a los que la riada ha cambiado su fisonomía.
SUSÚ. FOTOGRAFÍAS
TEO FÉLIX. FOTOGRAFIAS
RIada extraordinaria. 28.02 y 01.02. Zaragoza. Juslibol.
SUSÚ. FOTOGRAFÍAS
RIada extraordinaria. 28.02 y 01.02. Zaragoza. Juslibol.
Las tierras del Ebro se anegan. Y nosotros nos ahogamos en medio de la cortedad de miras y la pública desidia. Solo el agua es inocente que fluye porque le empujan y huye desesperada por entre callejones de motas y puentes y bajonazos de aviesos embalses y tajaderas. Solo el agua es inocente y quiere que le dejen morir en paz en su último retiro, en su remansada madre, en su querida mar.
ResponderEliminarY vendrán todos los políticos, incluida la andaluza, el de la coleta y el sursum corda. Estamos en año de elecciones. Y después de tanta visita, todo seguirá igual, hasta la próxima riada.
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