El Pollo Urbano. Desde 1977 la primera revista de sátira política, información, ocio y cultura del mundo negro aragolés. Zaragoza. España. Nº 155. Extra verano (julio, agosto y septiembre 2015)
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Frentismo / Eugenio Mateo
Se encabrona la vieja derecha, la del confesionario y escapulario, la del orden y mando, la de la exclusión por cualquier método, la del “que inventen ellos”, la de la impunidad, la del monopolio patriótico. Se encabrita la nueva izquierda, la del hartazgo, la que se desahoga en las redes sociales, la que no llega a fin de mes, la del poder popular, la de la utopía, de los protagonismos asamblearios, del internacionalismo, la de otras actitudes.
No ha cambiado el país. Seguimos frentistas, inapelables ante las ideas del contrario. Se trata de mantener o alcanzar. Conservadurismo o progresía. La herida de siempre en una sociedad que nunca demostró condescendencia con el enemigo, como si enemigo significara trinchera o tiro en la nuca.
Duele España, como al poeta, y duelen los bandos irreconciliables, duele la falta de memoria, las estrategias excluyentes que llevan a la frustración, y duele la manipulación de la realidad, la ausencia palpable de objetividad. De nuevo el péndulo, acción-reacción, el antes y el después. Y sin embargo, ni todos los que votan PP son fachas, ni todos los que votan a las nuevas formaciones son rojos, como tampoco los que votan socialista tienen pedigrí de la Segunda Internacional. ¿Entonces?
Conviene recordar que nuestras elecciones son absolutamente democráticas. Es un hecho al que pocos podrían rebatir y por tanto sus resultados son inapelables. Las causas del nuevo escenario político son tan obvias que hay que estar muy ciego para no verlas. El descontento social, del que excluyo a los causantes, ha dado la espalda a las políticas tecnócratas, tanto de liberales como de socialdemócratas, y les ha echado en cara su decepción y su cansancio. Así, una parte de la ciudadanía ha querido dar una oportunidad a los nuevos juglares que cantan de una vida mejor y tienen todo el derecho de hacerlo, rompiendo el idílico paisaje del bipartidismo. Si así lo quiere la Historia, tendrán ocasión de arrepentirse o de confirmar que no andaban equivocados. Los errores y los logros a través de un tiempo convierten a los hechos en irrefutables y habrá que esperar lo que deparan las nuevas políticas. Por eso no vale el previo y furibundo ataque de los perdedores, que lo han sido por méritos propios, ni el de los que se auto postulan como defensores del orden, porque el orden es de todos y de nadie. Pareciera que nos dijeran que el Estado son ellos, emulando a Luis XIV.
En el nombre de la democracia, de la que se alardea tanto en los discursos, se deberían respetar las reglas en un ejercicio de coherencia y dejar que los elegidos por el sufragio universal desarrollen sus propuestas o programas que tarde o temprano demostraran su viabilidad… o no. La aritmética parlamentaria y las reglas no escritas de los pactos son de ida y vuelta. Todo en calma, como algo natural, sin miedo al debate, que no al combate. Es el sistema político que nos hemos dado y resulta cuando menos ramplón andar cuestionando las reglas cuando los que ganan son otros. Por lo que parece, la altura de miras sólo alcanza el ombligo propio.
Los ataques mediáticos se camuflan en tertulianos que se prodigan en todas las cadenas con un sibilino mensaje de alarma. No sabemos si obedecen dictados o es que son así de cínicos, a lo peor, las dos cosas; lo cierto es que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino y evitan, deliberadamente, reconocer que en otros tiempos la indignación de un pueblo destronaba a los reyes y que ahora los problemas se dirimen en las urnas. Apelan a cualquier detalle del que puedan sacar punta para sus fines de manipulación y hacen ostentación de desprecio hacia los nuevos jacobinos para alimentar la paranoia de la extrema derecha. Insisto en que es un juego peligroso que se les puede ir de las manos.
Cada uno tiene sus razones para no darse por enterado de lo que realmente pasa. Los llamados populistas tendrían que reconocer que el voto de la ilusión les ha aupado y que la ilusión es voluble; los grandes partidos deberían emprender la catarsis que traiga nuevos modos de hacer política para todos los ciudadanos. Todos al servicio de la sociedad a la que representan. No debe de causar alarma que los nuevos concejales traigan nuevos modos. Los símbolos también son interpretables. Ni debe de causar sorpresa que no siempre la lista más votada vaya a gobernar, pues viene ocurriendo desde la Transición, además de que la Constitución no lo recoge. Si el concepto democrático de las mayorías no sirve, entonces, apaga y vámonos.
¿Por qué tanto pataleo? ¿Por qué no asumir los errores? De seguir así, van a conseguir que la próxima vez, estos a los que llaman "bolivarianos" ganen de verdad y se instaure la moda de los horribles chandals de Maduro. Bromas aparte, si al final llegara petróleo barato, podríamos viajar más y aumentaría el PIB, lo que podría perpetuarles en el poder sine die. Ya se sabe que la sociedad de consumo es acomodaticia en la renuncia de sus ideales.
Muy bien, Mateo. Pero déjame decirte que el "todos contra el PP" tiene más de ejecución cainita que de ejercicio democrático. La izquierda radical no quiere oposición, quiere estar sola para gobernar a su antojo. Anular al enemigo, hacerlo desaparecer. Totalitarismo.
ResponderEliminarY el Iglesias empieza por meter en las elecciones internas de su partido una lista cerrada y única, en la que no entra ninguno del bando crítico. Mal empezamos...
ResponderEliminar¿Y para qué estan los mecanismos democráticos? Si se quiere imponer un totalitarismo, cosa que nadie queremos, el Estado tiene recursos suficientes y la sociedad no lo permitirá. Tu comentario, amigo anónimo (pero menos), resume mi perorata de temor al frentismo, simple reflexión sobre el cainitismo de ambos lados.
ResponderEliminarContesté a tu ultima respuesta, pero se me borró (soy tan torpe). Así que vuelvo a ver si con más suerte. Una cosa son los mecanismos democráticos y otra las intenciones de quienes se quieren pasar los mecanismos por el forro. Yo solo hablaba de esas intenciones. ¿Sirven los mecanismos para parar a Mas y compañía? Pues ya veremos. Y eso de frentismo está muy bien plásticamente, pero es poner en pie de igualdad a la izquierda radical con el PP, que no deja de ser una derecha moderada, conservadora, etc. El frentismo aquí no deja de ser unilateral y se produce aparentemente porque a la derecha del PP no hay nadie. Así que tiene que asumir todo el espectro derechista. Al PP le vendría bien que hubiera a su derecha alguien, como sucede en Francia con los Lepain (y en Italia o Alemania), para que su posición fuera más clara.Tal como está el panorama tiene que cargar con todas las lacras de la derecha, y además solo contra todos. Porque el PSOE está jugando el papel de caballo de Troya, con tal de seguir tocando poder. Esperemos que no se le suban a las barbas y vuelva a una centralidad que es la que le ha valido su papel preponderante en la transición política. El peligro sería que la izquierda radical se haga con todo el poder --lo que no parece posible, pese a todo-- porque entonces el necesario equilibro de fuerzas políticas se rompería, y con él, los "mecanismos democráticos" se irían al garete, y entonces sí podríamos hablar de un frentismo, pero de otra naturaleza: el Frente Popular, que trajo a España el desastre de la República y la Guerra Civil. Pero esto, claro, es llevar las cosas muy lejos y espero, de la sensatez de la ciudadanía, que se impida. No soy optimista, pero tampoco tan pesimista. Democracia es convivencia, con las ideas de todos, pero nunca eliminar al contrario, ese lamentable "Todos contra el PP", insisto. Y que conste que no soy del PP..., ni de nadie.
ResponderEliminarLos hechos acaban poniendo las cosas en su sitio y mi percepción, a la vista de la interpretación de la democracia de los recién llegados al Poder, ha cambiado desde que escribí este texto. Hemos de esperar que las posturas de la nueva casta vayan descubriéndonos finalmente sus verdaderas intenciones. Si, como parece, las tendencias pretenden volver a los viejos tiempos, en las urnas se desinflará la burbuja que nació exclusivamente del hartazgo. Harían bien los dirigentes de esas formaciones en reconocer que su triunfo ha sido la consecuencia del voto de castigo a los dos grandes partidos. Ni más, ni menos. Si la soberbia les ciega y sueñan con un "paraíso proletario" en el que sólo manden ellos,espero que las urnas les harán recordar que el sistema democrático que les facilitó el camino no ha llegado hasta aquí para caer en los mismos errores. De la misma manera, pienso que el PP se la tiene que jugar haciendo las cosas de otra manera . No creo que la sociedad sea más de izquierdas que hace un año, lo que está es más baqueteada. Claro, que huir de un presunto totalitarismo para caer en otro de facto no deja de ser un viaje a ninguna parte, y de eso sabemos bastante.
ResponderEliminarDe momento, que vayan contando menos conmigo.