El Art decó y su musa
Como leal aficionado al Arte, obtener
imágenes con mi cámara de las propias que vienen contenidas en una
obra plástica me aporta acercarme al impulso que guio la mano del
artista, descubrir su desconcierto cuando un color se le descubrió
como nuevo. He tenido la posibilidad de fotografiar muchas obras de
arte y la suerte de encontrar esos detalles que hacen grande o
pequeño a un artista. Confieso decepciones y entusiasmos, pero
también un placer desconocido vedado a una simple observación. No
obtengo una copia, es algo más, mucho más, es encontrar la
veladura, el movimiento, el espíritu que resume la pintura.
Al Art decó se le exiló del arte
moderno para referirlo en las artes decorativas y aplicadas. Cuestión
de ideologías. Como movimiento de entre guerras (1915-1935)
representa la sofisticación y el glamour, la belleza y el
lujo. Y hablando de belleza, una mujer polaca de nombre Tamara de
Lempicka, representa el ideal de ese movimiento artístico. Su
pintura es un fiel reflejo de su personalidad y de su modo de vida
privilegiado. Fue ambigua, libre y un mito.
En la secuencia de imágenes de este
reportaje se debe destacar: “Autorretrato (Tamara en Bugatti
verde”). 1925. En este óleo, la artista formula: “yo estaba
vestida como el coche, y el coche como yo”. Simbolismo en la
emancipación de la mujer, y a la vez la mujer convertida en objeto,
y el automóvil en proyección viril.
Su condición bisexual le hace pintar a
las mujeres con un rotundo erotismo cargado de sensibilidad. Su
técnica hace hablar a las miradas, cuenta de historias de amores en
peligro, se recrea en sus contornos voluptuosos y las hace imposibles
para el común mortal. Mi obra favorita es el retrato de su hija:
“Kizette en el balcón”, de 1927; en ella, con el fondo de un
paisaje urbano cubista, la niña se asoma a ese exterior y subyacen
varias impresiones, la carnal y en cierto modo perversa, la tierna
serenidad en su expresión y la armoniosa captura del instante. Otro
retrato de Kizette es: “Durmiente” de 1935. En mi opinión, esta
madona esplendorosa aún en el reposo del sueño podría haber sido
pintada por alguno de los grandes del Renacimiento. En el
espectacular “Retrato de la duquesa de La Salle”. 1925, Lempicka
acomete la imagen de la aristócrata con un modelo claramente
masculino y rompedor, en un alarde de definición de su tendencia
sexual.
En definitiva, el
contenido de El Clik! permite viajar sin movernos de la silla.
Podemos volver a una época a la que se llamó decadente, y que para
aquellos que pudieron hacerlo, significó escapar de la angustia de
las carencias, y se lanzaron a vivir con desmesura sin importar las
consecuencias. Tamara de Lempicka hizo que sus retratos pudieran ser
vistos de otra forma, porque los dotó de una elegancia que sabía
cruzar los límites de la piel y de lo etéreo.
Reportaje publicado en la revista El Clik! #21
Fotografías sobre reproducciones editoriales de obras de Lempicka
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