La construcción del cenobio de San Pedro de Siresa vino como consecuencia de su proximidad a la calzada romana, vía que a través del Puerto de Palo unía estas tierras de la Marca Hispánica primero y Condado de Aragón después, con la Occitania franca, que le aportó un esplendor ya en época tan temprana de nuestra historia. Sus orígenes son visigóticos pero los vestigios que se localizaron en varias excavaciones fueron lamentablemente soterrados de nuevo en 1991 bajo el suelo de la iglesia carolingia del siglo IX; también sirvió como albergue de los transeúntes y peregrinos que elegían en gran número este paso con preferencia sobre el de Somport. Fue el Conde de Aragón, Aznar I Galindez, el impulsor del nuevo monasterio y llama la atención la magnitud de la iglesia, única superviviente del antiguo complejo del monasterio, que la convierte en diferente de las iglesias románicas de la zona y cuyas dimensiones se pueden equiparar a las de la catedral de Jaca, construida dos siglos más tarde. Tras sus muros creció y se educó el futuro rey aragonés Alfonso I el Batallador, conquistador de la Saraqusta musulmana en el siglo XII. Su estilo arquitectónico es muy diferente al románico de otros templos posteriores aunque durante el siglo XIII tuvo varias transformaciones. Son notables los retablos góticos, renacentistas y barrocos así como la talla del XIII del Cristo del Descendimiento. Extraordinarias obras al temple sobre madera de autores como Blasco de Grañén o Pedro García de Benabarre. Desde hace unos ocho años ha sido reubicada en sus muros una pieza capital de la historia del lugar y que había estado ausente para su restauración y estudio como es la lápida romana del periodo del emperador Magno Máximo, nacido en Hispania en el siglo IV, que da constancia de que el Puerto de Palo es el Summo Pyreneo y por tanto de la importancia de la calzada en aquel tiempo y posteriormente para las comunicaciones entre el imperio de Carlomagno y las tierras de la Marca Hispánica conquistadas por éste a los musulmanes al sur de los Pirineos. El primer noble carolingio de Aragón fue Aureolo en el año 802 y tuvo como misión del emperador guardar los pasos del Puerto de Palo y el de Somport. Su sucesor Aznar I Galindez, ya conde de Aragón, decidió ampliar el templo visigodo que se encontraba en la Viam Famosam y convertirlo en el símbolo religioso del incipiente Condado de Aragón.
A pocos kilómetros de Hecho en dirección al norte, a la Selva de Oza, se levanta la imponente fábrica del Monasterio de San Pedro de Siresa, de la que se han ocupado eruditos como los profesor Ubieto Arteta, Buesa Conde o el historiador Durán Gudiol y un pormenorizado estudio del experto en Románico Garcia Omedes. De orientación al medio día es una visita obligada para aquellos que quieren sumergirse en la historia del Alto Aragón y de los orígenes del Reyno.
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San Pedro de Siresa. Fachada principal |
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Crismon trinitario XIII |
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planta de cruz latina |
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retablo de San Juan Evangelista XV |
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detalle del retablo de San Juan Evangelista |
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Retablo de la Santísima Trinidad XV |
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detalle |
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Retablo de la Virgen del Rosario XVIII |
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Altar mayor y San Pedro |
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Coro |
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retablo de San Blas XVI |
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Cristo de Siresa XIII |
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retablo de Santiago XV |
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Retablo de San Esteban XV |
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La Virgen de Siresa XIII |
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retablo de Ntra Sra del Pilar |
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pila bautismal jaspeada |
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Coro libro de cánticos |
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fachada sur |
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Cabecera y transepto |
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Canecillos de la cabecera |
fotos Eugenio Mateo
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