martes, 1 de septiembre de 2015

ERMITA ROMÁNICA DE SANTIAGO DE AGÜERO.

Cuando la Historia no es capaz de manejar las claves que confirman los hechos es cuando se disparan las hipótesis, que sólo están basadas en el cálculo de probabilidades. De las hipótesis, forman parte las leyendas o simplemente la fabulación. Da igual, todo lo no comprobado es víctima de la especulación, difícil de interpretar y sujeto a la manipulación  que los intereses aconsejen.
Todo esto ocurre en la ermita de Santiago en Agüero. Que se trata de un templo inconcluso es patente. No puede haber duda que el proyecto original quedó truncado y lo que iba a ser un templo digno de un rey quedó en un atisbo de lo que podía haber sido. Su planta, a pesar de las expectativas, es un ejemplo de un románico cisterciense nacido de la mano de un mago cantero. De este cantero se pueden atisbar obras como el claustro de San Juan de la Peña, la propia iglesia del Salvador de Agüero, o numerosos ejemplos en las Cinco Villas. Se le llama el Maestro de Agüero y me ha parecido ver su mano en el tímpano de la iglesia de Yeste, pueblo semi abandonado.
Lo cierto es que como la imaginación no tiene límites, me vengo a escribir una ucronía de los hechos sujetos a la interpretación de expertos como A.Omedes. El monasterio, magnífico y poco acorde con su escenario natural, alejado de las rutas pero cercano a los nuevos territorios que se iban conquistando, tenía como propósito servir de retiro al rey de Aragón, Ramiro II, llamado el Monje. No se reparó en gastos en su construcción, lo prueba la riqueza de sus ábsides, sus capiteles, sus arcos de alzado basilical, la ornamentación. Como se sabe, Ramiro había prometido a su hija Petronila, con tan sólo tres años, con el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, con el que se casó a los 14. Su suegro le entregaba el mando a través de unas rigurosas  fórmulas para el matrimonio que no regalaba un reino a otro territorio sino que establecía unos peajes que obligaban al Conde a ser consorte de la Corona. Encima, el  buen rey se quería construir un cenobio donde retirarse, como si no tuviera ya donde hacerlo, y los maravedíes invertidos no eran del agrado del catalán, deseoso de emplearlos en su condado. Mientras Ramiro esperaba en San Pedro el Viejo le llegó la muerte. Ramón Berenguer vió el camino libre para decirle a la joven Petronila que el sueño de su padre era inviable. Lo enterrarían en San Pedro el Viejo, ella llevaría el luto y él podría retomar su viejo proyecto de recrecer Poblet, donde se llevó a los canteros curtidos por el sol del Prepirineo de Agüero, dando por concluida la obra con un cerramiento apresurado.
Existen otras teorías sobre Santiago de Agüero, pero son menos concluyentes. El desvarío de una Abad de San Juan de la Peña, capaz de arruinar lo que tocase. Una locura de amor de Doña Berta hacia su esposo Pedro I, al que una saeta muslim arrancó la vida... En definitiva lo que no pudo ser, no es ni será. Entrar en este templo en un viaje a una época llena de sobresaltos.  Las historias que nos cuenta hacen del conjunto punto de atracción de los amantes de las hipótesis.













Capitel del Rey desconocido. Su identificación resolvería las especulaciones

Ábside central














Agosto  15. Ermita de Santiago. Agüero
Fotos: Eugenio Mateo

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