Cuando le di nombre a este blog, OPINIONES Y HECHOS, quise resaltar que desde este humilde balcón, pretendía contar los hechos que a mí me interesaban y reflejar las opiniones que en consecuencia los hechos producían.
He sido prudente en manifestar mis opiniones, pues no pretendo, ni tengo porqué, ser el vocero de lo que ocurre, pues para eso ya están los profesionales, y casi siempre, en mi caso, la opinión estaba influenciada por sucesos que me producían enojo , por lo que el título de las entradas de Opiniones en voz alta, ya presupone una actitud en mí de cabreo, ante tal o cual cuestión.
Y el cabreo tiene tanto en lo que acrecentarse, que estoy pensando en una larga temporada en cualquier monasterio budista, por ver si en la meditación, está el escape ante tantas melonadas que me agreden a diario, y que mucho me temo, no es en exclusiva. Los ciudasúbditos, que somos casi todos, nos parecemos en muchas cosas, pero sobre todo, en que estamos en el mismo circo haciendo de payasos, por lo que nos acontecen cosas muy similares. La cuestión estriba en que hasta para ser payaso, hay categorías; a saber: el Clown, el Augusto, el Excéntrico, el Vagabundo, el Mimo, y algunos más. Es por consiguiente, difícil de igualar hasta a los que actúan por cuenta ajena. El axioma- divide y vencerás- forma parte de las sofisticadas prácticas que el Sistema, como entelequia, impone, con una perspectiva de milenios.
No me quiero ir por las ramas pero la referencia a los milenios, no es gratuita, pues ya en el Antiguo Testamento, las castas tenían su lugar perfectamente definido en las sociedades de la época. Y en cualquier vestigio o referencia de civilización, aparece una casta, omnipresente, como es la de los escribas. Naturalmente que hay otras, que son el núcleo del poder, como los fariseos, nombre judío, que aglutina a todos los que festonean por las más altas instancias. Pero sin los escribas no habría escritura, y por tanto memoria que se pueda consultar, y una vez que se cae en esa trampa, la espiral se da mil vueltas sobre sí misma y aparece la burocracia, poder que maneja unos conceptos sibilinos, que necesita anotar la última anotación, y por tanto su estructura tiene garantizado el futuro.
Lo más evidente es que la casta de privilegiados, en mayor o menor medida, como son los escribas, siempre está al servicio del poder, pues de otra forma sería difícil su propia función y ahora, ya, estamos llegando al meollo de la cuestión.
Desde el momento en el que los escribas superviven a los que les pagan, o mejor, a los que les administran los efectos que los demás sí que pagamos, la interrelación entre el Poder y ellos es una relación que goza de ventaja, pues no se entendería de otro modo, habida cuenta que cada sistema político no puede formar a un colectivo para sustituir a todo un entramado que tiene al Estado en su principio. Simple cuestión de sentido común.
Pero, entonces, si estamos seguros de que los funcionarios o modernos escribas, que todo evoluciona, forman parte del Sistema, no tiene sentido que muerdan la mano que les da de comer, o cuando menos, que les asegura que aunque se vuelva a hundir la Escuadra Invencible, ellos mantendrán sus puestos de trabajo y por tanto les asegura su estipendio a perpetuidad, pues a jubilados y no activos, se les asignará un limbo sin tormentas.
Cuando un ciudasúbdito, en su devenir, descubre que toda una ciudad se ve afectada en su infernal tráfico, por una manifestación, orlada de pendones de rojo desteñido, cree que resucitan los viejos tiempos de la lucha obrera, y que viejas banderas flamean por causas justas de una clase oprimida, y hasta se le erizan los pelos de las manos pero enseguida el espejismo reajusta el escenario y pone las cosas en el nivel de los viejos desencantos.
¡No! No vuelven los parias a levantar su famélica legión. Aquellas legiones prefieren el calimocho a la sombra de los toldos de una galería comercial. Aquellos parias aprendieron que la vida es corta y hay que negociarla, sabedores de que todo depende del humor del que está en un lejano despacho, quizás viendo como salen sus barcos por el Hudson, y no hay que ser toca pelotas, que bajar un peldaño siempre es complicado. ¡No! No son los obreros los que salen a la calle, que la saben perdida; son los escribas, los afectos al régimen, sobre todo económico, que se quejan de que se les quiere recortar unos eurillos.-Válgame Dios- ¡ Que con el pan de mis hijos no se juega!
Esta mañana, cuando ya algunos activistas se retiraban, puede que vencidos por el bochorno, a sus cuarteles de invierno con aire acondicionado, me he visto mezclado entre ellos, con las banderas recogidas y las consignas resecas en la lengua, como si fuere uno de ellos, y les he podido ver, satisfechos de su clase que no acepta recortes en su sueldo, con las frentes perladas de sudor, aunque esta vez los grises ya no les encorren, sino todo lo contrario, pues la libertad de expresión necesita de cauces y qué mejor cauce que el que procura un policía, otro escriba con porra, para que en mitad de la calle hagan uso de sus derechos, mientras en los autobuses, los verdaderos obreros, esperan que el aire no se apague dentro y que su cita con un probable precario trabajo, pueda esperar un poco más. Quizá la Arcadia feliz hubiese sido que los compañeros, descendiendo en franco desembarco, unieran sus gritos ,por un mundo mejor, con los otros compañeros de lucha,, que a pleno sol reivindicaban sus derechos al pataleo.
Pero esto no es la Arcadia, ni siquiera Utopía. Este es el país del imposible hecho realidad. Del país donde cada vez que a los trabajadores del Estado se les ha pedido un poco de Solidaridad con el resto de sus conciudasúbditos, se han lanzado a la huelga que proteja sus intereses y de paso, si Ud. estaba pendiente de cualquier trámite que tenga la desgracia de cumplimentar, olvídese, hasta que desde Arriba caigan en la cuenta que ellos también son escribas,( y algún fariseo), y salga la conciencia corporativa de pertenecer a una clase, ganada a prueba de oposiciones, trasladando los recortes, que algún memo olvidó clasificar debidamente, a los que siempre estarán para dar la cara; ejemplo de raza y orgullo nacional, que no protestarán y que son la espina dorsal del país de nunca jamás: la clase de gleba.
No es una premonición. Vamos a esperar, un poco; veremos quién paga los platos rotos además de la vajilla de ordinario. De momento, la chulesca algarada de esta mañana, según la estadística, cuatro gatos, ha tenido sus resultados: miles de personas han visto pospuestos sus trámites, con lo que como decía, sabiamente, mi padre, le han pegado una patada al Gobierno en nuestro culo.
Vámonos al Himalaya, igual no nos viene un escriba a pedir el permiso para meditar sobre la cumbre del más alto ochomil. Pero nunca se sabe; de momento pido perdón, si he ofendido, a los que siéndolo, no se sienten afortunados, por si acaso me esperan detrás de una ventanilla única.
Los Escribas.
Eugenio Mateo
8 Junio 2010
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