viernes, 8 de febrero de 2013

AÑO DE NIEVES, AÑO DE BIENES. INVIERNO EN ARAN


Nunca hemos deseado tanto que los refranes sean certeros. Si un año de nieves puede ser un año de bienes habrá que verlo pero de momento el primer factor, el de la las nieves, está demostrado. Que bonito sería que el año nos trajera un maná en forma de justicia y bienestar, pero, ¡Ay!, que difícil parece, una quimera que, como un rescoldo, se apaga irremediablemente si algo no lo aviva con un soplido salvador.

Pero a falta de panes buenas son tortas. Disfrutar y sufrir con la nieve se entremezclan en la sensación tan radicalmente distinta que viven los que vienen y los que aquí están. Vivir en la montaña necesita de las reglas básicas de la naturaleza y la nieve es un cheque al portador pero para los habitantes, habituados a todo, palear la nieve que obstruye sus accesos, que bloquea las calles en las que el tránsito es simplemente un ejercicio de funambulismo, supone el esfuerzo anónimo, ése que cada ser aplica como resorte primigenio y miran al cielo, añorando el sol de la cercana primavera entre la cortina espesa de copos que caen, caen, caen.

El Valle de Arán oculta sus perfiles bajo el manto mudo de la nieve regina. Lo que parecería un ventisquero es en realidad un automóvil. Todos los bultos son sospechosos de abrigar sorpresas. Pocos caminan, pero los niños, siempre los niños como líderes en la aventura, juegan. Sin coches circulando, el silencio se apodera de todo y de todos. La primera vez que llegué a la Val d'Aran me pareció la Shangri-La de mis mitos; hoy, mi Shangri-La es un universo blanco listo para brillar como un diamante con los primeros rayos. Inhóspito y despiadado para los que no apilaron leña, puede que haciendo caso de la fábula de la cigarra. Bello, como bella es la montaña, sobre todo en invierno.

Casa Mateo es como un navío atrapado en un iceberg pero en su quilla no se abren grietas asesinas. Resiste, se burla acaso de la tempestad y se engalana con guirnaldas de un blanco impoluto. Los copos, fuera, son un telón a merced del viento. La noche llega de repente por un hueco de las nubes para ponerle al blanco una diadema de cristales de hielo.

Terraza de Casa Mateo


Vielha

Betren



Betren, acceso a Casa Mateo

Vielha


                                                              
                                                                       

entrada a Casa Mateo

Betren



caránbano en Casa Mateo

anochecer sobre Betrén



Valle de Arán. 8 Febrero 2013
fotos Tere y Angel Mateo

www.casamateo.com

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