martes, 18 de febrero de 2014

ARUCAS, CENOBIO DE VALERON Y CUEVA PINTADA DE GÁLDAR. A LA BÚSQUEDA DE LO ABORIGEN




Ascender a Arucas desde Las Palmas tenía varios motivos. Uno, transitar de nuevo por la calle de León y Castillo, con espléndidas muestras de la arquitectura canaria y acariciar el tronco sabio del drago que ve pasar el tiempo desde el patio de la Casa de Cultura; también admirar una vez más el esfuerzo de los canteros locales que sin ninguna tecnología, a la manera de los masones medievales, levantaron a comienzos del siglo XX esta majestuosa estructura neo-gótica de piedra azul.

Sería la primera escala por el norte de la isla de Gran Canaria para visitar los yacimientos arqueológicos aborígenes del Cenobio de Valerón y más tarde La Cueva Pintada de Gáldar. Pero el principal motivo era el reencuentro con mi compadre Cayetano, con quien me une una vieja amistad y al que le debo muchos de mis conocimientos sobre la isla y padrino del descubrimiento, años ha, del exquisito ron Arehucas que se fabrica en Arucas, muy cerca de su casa. Es un canarión pacífico y sabio que ama su tierra con naturalidad. No pasan los años por él y su mirada de halcón brillaba igual que siempre mientras nos reíamos de nuestros "paseos" por medio mundo, en los que nunca faltaba una petaca de Arehucas. Es bueno reencontrarse con los viejos amigos porque todos somos de ida y vuelta, anónimos solitarios en busca de referencias. Volveremos a vernos, no sabremos el dónde y cómo, pero Arucas merece siempre la pena de volver para escuchar el deje isleño de mi compadre.




                                                                                     
                       
                                                                               
 
Cruzando las heridas de la tierra que se muestra en un desnudo mineral, la carretera es tan estrecha que el vacío extiende sus manos seguro de atraparnos en los escarpes de lava de sus abismos. Estamos en el término de Santa María de Guía. El barranco se cierra en un congosto mágico: hemos llegado al Cenobio de Valerón. Este yacimiento es una espectacular despensa horadada en la toba volcánica en la que doscientas cavidades servían de silos de alimentos y cereales en un granero colectivo que los primitivos habitantes de la isla utilizaron desde el siglo VI hasta la conquista castellana en el XV. El entramado de túneles y galerías conforman un damero de piedra en el que la preservación de las cosechas era un objetivo común de sostenimiento de la sociedad troglodita de ese periodo. El yacimiento cuenta con una estructura de acceso asequible para casi todos los públicos.

                                                                      







Tomamos la ruta de Gáldar sobre un asfalto traicionero que sortea subidas y bajadas. El sol juega al escondite y las nubes se disuelven y vuelven a formar sus velos de algodón al compás de los alisios. Gáldar es una población histórica donde casa casa es de un color distinto, sede de los antiguos monarcas de la isla, los Guanartemes, que tenían su corte en Agaldar, nombre originario. La importancia de la villa desde la conquista castellana fue semejante a la de Las Palma y el reclamo de su museo y parque arqueológico es suficiente para venir hasta aquí en busca de la identidad y cultura de los aborígenes canarios.  A La Cueva Pintada se la considera como la manifestación más genuina del arte rupestre prehispánico y está enclavada en mitad del yacimiento descubierto en el casco urbano de Gáldar, que recoge vestigios de más de cincuenta cuevas y casas indígenas, algunos de ellos con elementos tardomedievales importados a la isla después de la conquista. La labor del Museo como centro investigador de la cultura aborigen tiene como objetivo profundizar en los interrogantes que todavía no han podido ser esclarecidos.

Con el mismo hambre que tendrían a estas horas los Guanartemes, en un mediodía con olor a plataneras, vamos por el caso histórico en busca de un lugar donde comer. La sorpresa es un bar con aire de fonda en el que todas las raciones que nos sirven podrían satisfacer a todo el séquito del rey Artemi Semidan. Garbanzos con ropa vieja; ensalada de marisco y deliciosos chorizos criollos. Más de la mitad de la comida nos fue envasada para llevar a la vista que no podíamos con ella, total que salimos mas contentos que unas pascuas con las provisiones para la travesía del desierto de la noche de Las Palmas.






recreaciones de viviendas prehispánicas



                                                                        Cueva Pintada


fotos Eugenio Mateo
diciembre 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario