domingo, 6 de febrero de 2011

VENEZUELA. CARACAS

















                                
Mis recuerdos de Caracas son agradables, salvo una situación que pudo haber tenido fatales consecuencias. Me dirigía a visitar la ciudad  desde el Hotel Tamanaco Internacional, posiblemente uno de los dos mejores de Caracas. El autobús discurría por una de las enormes avenidas que cruzan la gran ciudad. El resto de los pasajeros y yo mismo íbamos absortos sin perdernos detalle cuando de repente, como si de un tiro se tratase, un cristal de la ventana anterior a mi asiento se reventó en mil pedazos, sin alcanzar a nadie, milagrosamente, por causa de un proyectil en forma de piedra que aterrizó sobre el suelo del autobús. Evito contar el susto que me llevé pues casualmente fui el más cercano al desaguisado. Al parecer, alguien nos tiró una piedra al paso del autobús de turistas. Estas cosas  ocurren. 

Todo es cuestión de algunas personas, pero las que yo conocí sonreían todo el tiempo y hablaban con son de bachata. Todos me hicieron sentir como en casa. La Caracas colonial es trópico y colonia besándose por las esquinas   La moderna se devora a sí misma por su afán de extensión e invita al combite a los cerros que se afilan en fachadas de adobe y que la cercan. Admití el desconcierto de la duda sobre aquella extraña convivencia de lo mucho y de la nada bajo el mismo cielo pero estaba de paso Me llamaron la atención las grandes avenidas llenas de tiendas, la tiendas llenas de gente, alguna gente eran agentes de seguridad armada que montaban guardia en la entrada.  Sobre todo me llamó mucho la atención la ropa que vestían  las mujeres porque todas parecían sacadas de una foto novela,  de tan guapas y arregladas. La escala en Caracas fue breve, lamentablemente, porque el verdadero destino de mi viaje era el Parque Nacional de Canaima. 


Pero esa es otra historia...

fotos Eugenio Mateo

No hay comentarios:

Publicar un comentario