jueves, 27 de diciembre de 2012

HÔI AN Y CUA DAI. (IV) VIETNAM EN ETAPAS


             
  A tres  horas de autobús desde Huè, pasando por Da Nang,  la ruta a Hôi An  nos acerca al Vietnam de playas con arenas blancas y sosiego al lado del mar. Ruta de turistas en busca de sol, diversión, comida y exotismo peculiar. Futuro refugio de ricos solitarios  y solícitas parejas de recién casados.

La pequeña ciudad de Hôi Dan remonta su existencia al siglo I cuando su puerto era el mayor del sureste asiático y se la conocía como Ciudad de Champa. No extraña pues que su comercio a través de los siglos atrajese a comerciantes chinos y japoneses primero e indios, holandeses. españoles y franceses, en los siglos XVI y XVII. La desembocadura del río Thu Bon le concede una situación estratégica y su atractivo ambiental pervive para la nueva forma de comercio que es el turismo. La mezcla de culturas que asoma por las fachadas centenarias del caso histórico le concedió el honor de ser Patrimonio de la Humanidad y los visitantes extranjeros deambulan por las calles sin coches, territorio de motos y bicicletas aunque en mucha menor medida que en otras ciudades de Vietnam. Restaurantes, tiendas, toda la atmósfera nocturna se tiñe del rojo de la luz de miles de faroles rojos. La frescura del río que discurre hacia el inmediato mar que lo espera y la penumbra tejen esa calma especial que sólo tienen los pueblos de litoral. 

El monumento más notable es el llamado Puente Japonés, construido en madera en el siglo XVI  y que servía de limites entre el barrio japonés y la otra mitad de la ciudad. Las calles están llenos de farolillos que cuelgan de las fachas y la invitación al paseo es obligatoria. Los mercados con pacientes mujeres sobre minúsculos taburetes y las flores impregnando el paisaje con sus colores. Pero sabíamos de la fama de los sastres y costureras de Hôi Dan. Son capaces de confeccionar cualquier prenda. Buena ocasión para encargar regalos para la vuelta a casa. La seda es una tela confortable que aún hoy día nos trae recuerdos de las manos que la cosieron.

Hay tres platos que no se deben de dejar de probar llegados hasta aquí. El cao lau, espectaculares fideos gruesos con cerdo y verduras; hoanh thanh, que son una empanadillas fritas rellenas de carne a modo del wan tun chino o los langostinos rebozados con masa de arroz hervido al vapor. Se encuentran en cualquier restaurante o casa de comidas. Por la gastronomía se conoce a los países. La de este lugar habla de tradición milenaria
                                                    











rio Thu Bon


Río Thu Bon



Puente Japonés Siglo XVI
                                                                         

las legendarias costureras de Hôi Dan


                                                                        casco histórico de Hôi Dan
                                                                                  







ribera del Thuc Bon


mercado de Hôi Dan











Al día siguiente alquilamos unas motos para recorrer los cinco kilómetros que separan a Hôi Dan de su playa, de Cuan Dai. Inmensos campos de arroz escoltan el camino hasta ella. Es una playa con palmerales, aguas esmeraldas y arena blanca. Solitaria porque los vietnamitas no gustan del sol por su piel pálida y todavía las nuevas hordas de hamacas y sombrillas no han llegado en numero suficiente para romper la magia que protege al paraíso. El Mar de China nos recibe con acento tropical. La tarde y el poniente atrae a los vietnamitas hasta la orilla y la playa se convierte en una fiesta de juegos y paseos. Treinta kilómetros de playa nos separan de Da Nang. Toda una tentación para el negocio inmobiliario y hostelero. Una cena con marisco recién pescado en la propia playa es otra de las posibilidades que sólo hay que pedir.
                                                    










carretera a Cua Dai                                                                           
arrozales camino de Cua Dai                                                                                

playa de Cua Dai

Cua Dai

                                                                             

fotos Juan Mateo Piera
texto Eugenio Mateo Otto

viernes, 21 de diciembre de 2012

© HISTORIA MARCIANA EN NAVIDAD



©HISTORIA MARCIANA EN NAVIDAD
Eugenio Mateo Otto


El autobús avanza. Desde las ventanillas se ven guirnaldas y luces de colores;  entre frenazo y frenazo los rasgos de los  viandantes  titilan al compás de los guiños de los escaparates ¡Compra!, ¿Compras? El paquidermo rodado regatea en el tráfico seguro de su poder y en el cristal veo el reflejo de un rostro que parece el mío, no estoy seguro, hace tiempo que dejé de mirarme en los espejos. Otro frenazo consigue que la imagen zozobre en mi  zozobra, soy yo por tanto,  y mientras me vuelvo a observar rebotan en mis ojos otras caras, tan cercanas como ignoradas, compañeras de trayecto, poco más; a lo sumo peso neto del vehículo. Están ahí, van y vienen, viajeros a paradas asoladas por la guerrilla urbana del caos calculado, suben y bajan, emergen del humo y desaparecen, como los lugares por donde transitábamos  hace un minuto, camino del anónimo.

Una conversación se mezcla con otra, charlar por el móvil parece requerir de buena voz, siempre que se habla por ese dichoso artefacto se grita, es curioso. Un mismo techo, otros mundos; hombro con hombro conversan los hemisferios y el eco de las palabras se desparrama a cuatro voces por la intrincada red de la tecnología. Babel, dice la Biblia, es un castigo de un dios poco divino. Babel es la incógnita, la llave de la diferencia, la evolución.

La voz de robot con las baterías bajas farfulla algo sobre la siguiente parada; a la abertura de puertas la corriente carnal se filtra por las aceras y nuevas pieles se suben al carro de la victoria con el frio de la tarde en sus abrigos. Otra voz robótica manda pasar al final del autobús. El chófer blasfema porque nadie hace caso. Los alientos se pierden el respeto y las miradas no saben dónde esconderse. Ni siquiera me alegro de estar sentado, me agobia el agobio, tengo que llegar cuanto antes a mi capsula espacial.

Para estar en Navidad las caras policromas no parecen celebrarlo, son taciturnas, ausentes pero presentes en un día cualquiera. No ríen más que lo harían otro día cualquiera ni padecen menos que otro día cualquiera, pero hoy es Navidad, lo dicen todos los carteles, incluso por encima de nuestras cabezas miles de bombillas de mil colores anuncian eso mismo: que es Navidad. Babel se empadrona en Babilonia. Todo está en venta, el bacanal luce escaso y los mirones no pagan por mirar las tetas de las vacas flacas. Vamos todos como flanes en un sin dios de acelerador y freno. Estoy llegando a mi destino pero conseguir la brecha necesaria para escapar no me será fácil. Me tuerzo un pie al caer del estribo y el dolor se amansa con el influjo del neón que se apaga y se enciende; menos mal que no se ha roto lo que llevo en la bolsa. Cojeo, casi arrastro el pie para avanzar, llegar a mi capsula es imprescindible.

Los sensores anuncian que estoy cruzando  la exosfera, la ventanilla me refleja cuando veo aquel planeta azul volviéndose más pequeño cada vez. Es hora de abrir el paquete. La estrella brilla, está en perfecto estado. Me la vendieron para colgar en la puerta o ponerla encima del perchero o sobre un árbol de plástico, me dijeron que era polivalente. La reconocí enseguida, es Orix 23, está cerca de casa. Es una estrella de mi constelación, de las más grandes  y  al parecer muy conocida en ese planeta que acabo de dejar porque contaban que sirvió de guía a unos reyes. Debe ser leyenda porque a tenor de los datos Orix 23 jamás varió de órbita. Ellos no lo saben pero para qué desilusionarlos más aún si acaban de descubrir lo cara que se ha vuelto la Navidad y están tristes y desorientados.

Hay titulares de prensa que en su compendio son una enciclopedia. Como en el Día de Navidad no hay periódicos tuvo que ser al siguiente cuando se publicó la noticia:

Muere atropellado en la acera por una moto cuando descendía de un autobús urbano en Nochebuena. En la mano llevaba un bolsa de papel vacía".  

12.2012


martes, 18 de diciembre de 2012

NACHO BOLEA "MIKADO" CRÓNICA DE UNA EXPOSICIÓN



Nacho Bolea ha recorrido un largo camino desde que en 1987 comenzara a cortar y pegar antiguos grabados bajo la influencia clásica de Max Ernst. Durante su trayectoria ha explorado las diferentes vertientes del collage o montaje de fragmentos, hasta sus últimos trabajos, más pictóricos y escultóricos, en los que, a través de armónicas composiciones, integra elementos de naturaleza muy diversa.
La “ambigüedad” técnica y semántica y la conjunción de las distintas artes con formulaciones literarias, provocan en el espectador un extrañamiento, un remolino de ideas y sensaciones que nunca termina de encajar en una explicación unívoca que agote la obra. Así, sus piezas pueden verse como máquinas poéticas, productoras de significados poéticos que disparan ideas y emociones al espectador.

A finales de 1996 presenta su primera exposición individual, El Estado Radiante, de la mano de la galerista Antonia Puyó.

Entre los años 1996 y 2000 realiza dos series de collages:  Ad marginem:  Femmes,  Sueños y  Maladies y  24 Fragmentos del Mal Blanco; serie, esta última, que pudo verse íntegramente en el Museo Pablo Serrano (2001).

Ha realizado diversos talleres sobre arte gráfico, impresión y técnicas digitales. Desde finales de los años noventa, ha expuesto su obra en distintas ciudades españolas.

En la primavera de 2003, el MUA (Museo de la Universidad de Alicante), celebró, bajo el título Limbo, una amplia muestra de su obra donde se revisan de forma conjunta trabajos realizados en los últimos años.

En el año 2005 es invitado, junto a otros artistas, por el Departamento de Cultura del Gobierno de Aragón a participar en el proyecto Cuaderno de viaje (una visión contemporánea del Camino de Santiago en Aragón). Ese mismo año, la Galería Utopia Parkway de Madrid, que cumplía diez años de trayectoria, lo celebró  rindiendo un 
homenaje a la figura del artista norteamericano Joseph Cornell, con una exposición colectiva en la que Nacho Bolea también colaboró.

En la exposición Mikado se muestra la producción de sus últimos diez años: pinturas, collages, objetos –Los Divagantes-, libros de artista y audiovisuales y su serie más reciente,  Libros de Artistas, germen de un futuro libro. Un itinerario exhaustivo y variado por la vertiente más intimista y personal del autor, donde la idea del viaje, el juego, el erotismo y los tributos artísticos y literarios vertebran un recorrido entre azaroso y poético por las distintas salas dl edificio Paraninfo.

Catálogo de la exposición



                                                        


El artista y la obra protagonista Mikado











                                                                                   








fotos  Eugenio Mateo

NACHO BOLEA "MIKADO". PARANINFO UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA







El Vicerrectorado de Cultura y Política Social de la Universidad de Zaragoza inaugura su 
programa de exposiciones para el curso 2012-2013 con la muestra titulada Mikado del 
artista aragonés Nacho Bolea, que podrá verse en la Sala Luis Buñuel del edificio Paraninfo 
desde el 25 de septiembre de 2012 al 13 de enero de 2013.


Mikado en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza

Mikado es un juego de palitos chinos cuya dinámica consiste en expandir y concentrar, extender y 
recuperar, tirar y recoger con habilidad, y es también el nombre elegido por el artista Nacho Bolea 
(Zaragoza, 1966) para esta exposición que reúne una selección de obras de diferentes formatos y 
técnicas –pinturas, collages, objetos, libros de artista y películas– realizadas a lo largo de la última 
década, muchas de ellas inéditas o exhibidas parcialmente en proyectos colectivos. Obras que dejan bien al descubierto todo el equipaje del artista, sus fobias y filias, su bagaje visual, sus lecturas y sus obsesiones, en un aparente torbellino de imágenes construidas, deconstruidas y reconstruidas, de miradas cruzadas que, pese a su apariencia azarosa o aleatoria, no dejan de tener su dinámica interna. Dinámica donde la exploración, la aventura y el juego asociados al pasado y al recuerdo infantil, el erotismo, el gusto por la contemplación ociosa, por el extravío arbitrario y por el hallazgo sorpresivo, como también los tributos artísticos y literarios, adquieren un papel destacado, proponiendo al espectador la posibilidad de desmontar las piezas, esparcirlas sobre el tablero y recomponerlas de nuevo pero de otro modo, cogiendo de aquí y de allí, eliminando e incorporando, creando a partir de lo mismo mundos paralelos y personales, en un imaginativo juego sin fin.


        Cátalogo de la exposición Mikado. Textos de Chus Tudelilla, Juan Vicente Aliaga y Nacho Bolea.


Nacho Bolea     foto Jesús Llaría

Mikado

                                                       

fotos catálogo exposición.

Irene Achón, Eugenio Mateo, José Garrido y Nacho Bolea



fotos encuentros blogueros. Vicerrectorado de Cultura.. Unizar



La iniciativa del Vicerrectorado de Cultura y Política Social de la Universidad de Zaragoza, organizador de la exposición del artista Nacho Bolea, de convocar a diversos autores de blogs de la ciudad a una visita guíada por el propio Nacho, abre una puerta a la comunicación entre bloguero y artista que pretende acercar el lenguaje conceptual de las obras expuestas hacia aquellos que pretendemos escribir de arte. Una herramienta de difusión eficaz a la hora de transmitir los motivos que llevan a un artista a crear al filo del paroxismo.  Lamentablemente la acogida de esta invitación no fue muy numerosa y los tres blogueros presentes recibimos las atenciones de la organización y del propio artista que nos mostró las obras, pinturas, collages, esculturas e instalaciones que conforman esta muestra, de manera muy cercana y coloquial.

Aplaudimos la iniciativa, que por otra parte se viene haciendo en otras Universidades Europeas, y les damos las gracias al artista Nacho Bolea y al Vicerrectorado de Cultura.


Nacho Bolea.  foto J. Garrido

Eugenio Mateo  foto José Garrido

Irene Achón   foto José Garrido


Mikado detalle         foto  José Garrido