martes, 1 de noviembre de 2011

DÍA DE DIFUNTOS Y DE CANDIDATOS



Hace un día feo, nublado y lluvioso, en este rincón rodeado de “tresmiles”. Cosa de la estación no obstante. Es el mejor escenario para las ánimas de las que los vivos nos acordamos hoy como si recordar a nuestros deudos fuese cuestión de protocolos. Corren por los prados dejando estelas luminosas a la manera de luciérnagas, persiguiéndose en sus juegos de ultratumba, riéndose de los pobres mortales con los que el reencuentro es  solo cuestión de tiempo, de un poco más de espera. Nos vigilan desde las ventanas invisibles como a niños chicos. Hablan quedo, deslizando susurros en lugar de palabras para que sepamos que siguen ahí, despiertos noche y día midiendo la eternidad. Llenan los vacios de nuestra memoria. Forman parte de la tragicomedia a telón alzado. Son los espíritus de nuestros miedos pero también el muro de contención de la soberbia olvidadiza, carcasa de lo efímero.

Posiblemente si hubiera amanecido con un sol radiante, esta reflexión alcanzaría otro nivel de melancolía, quizá menos lúgubre. Somos impresionables ante lo desconocido pero previsibles ante lo cotidiano. Admito no pensar apenas en el otro mundo aunque cuando pienso en éste los estremecimientos son autónomos. Estremecerse no quiere decir tener miedo sino sospechar que algo te supera. Es como ver diez películas de miedo proyectadas tras el orador en un mitin electoral porque a la larga, lo que conseguirá estremecernos no son los difuntos o los fantasmas ectoplásmicos, sino el viaje sin alforjas hacia ninguna parte de la mano de los zombies con micrófono en ristre prometiendo hasta un encuentro sexual con el espectro de Marilyn.

¡"Truco o trato"! La famosa frase celta de los niños en Halloween viene que ni al pelo para aplicar a la no menos  famosa “sin mí al desastre”. Eso de: “O me das un caramelo o te hago miedo” tiene detrás toda una filosofía que por básica es contundente. Convertido al lenguaje que usan los políticos tenemos un concepto perverso en sí mismo pero eficaz, como casi todo lo perverso. “Dadnos vuestros votos u os haremos tener miedo” es un slogan que por no decirse, flota sobre los pobres votantes, como la presencia incorpórea de las ánimas desciende sobre los sufridos vivos.

No hay discurso ni soflama sin ese mensaje vergonzoso (vergonzoso porque atenta contra nuestra común inteligencia) que pretende, carente de pudor y decencia, llamarnos tontos de baba para solaz y regodeo de algunos estadísticos, ésa  profesión imprecisa de iluminados por la diosa de la comunicación o propaganda. Pero el truco debe funcionar a la vista que desde todos los colores partidistas lo usan. ¡No será tan mala el agua cuando la bendicen! Para mí, observador poco avezado en conspiraciones, el gancho que atrapa al barbo de la boca no es otro que el poder por el poder. Sólo así se entiende que todos quieran mandar, con lo difícil que debe ser mandar en estos tiempos. Dudo que lo intenten por altruismo. ¡Vamos! ni lo dudo, faltaría más. Entonces, por si acaso un bien pensante limpio de corazón pueda albergar dudas sobre esta cuestión de Perogrullo, le invito a perder un rato de tiempo para explorar sus recuerdos sobre cuántas veces se sintió engañado, utilizado, apartado a un lado. Ante el resultado, sólo la dignidad podrá darle consejo.

 Anoche, tomándome un gin-tonic, me metí sin quererlo en el Halloween de fantasmas y monstruos de papel. Las circunstancias así lo quisieron pues no soy dado a estos escarceos de mentirijillas pero pude observar, lo que permitió al subconsciente emparejar a los imitadores de los muertos con los imitadores de los charlatanes. Me vengué en secreto de los rostros maquillados que desde los carteles, no importan sus siglas, nos amenazan con el caos si no ganan ellos. Me reí de la poca clase que demuestran y me dije que es mejor hacer de fantasma por un rato que no tener que arrastrar la cadena por los pasillos alfombrados todas y cada una de las agotadoras jornadas de la legislatura. Conforme los espíritus aficionados fueron despertando al calor del bar, estuve a punto de hacerles "truco o trato" vestido de mortal, con el pretexto de ser un disfraz de mandamás en campaña pero no me atreví, no fuera que lo tomaran en serio, para mi desgracia.

El día sigue feo, pero mejora. A pesar que andaba en otras cosas, se ha colado el fantasma de un difunto que nunca dejó de serlo. Actor y luego Presidente de los USA. Se ha colado en la habitación en la que escribo, susurrándome por lo bajo quizá  la única frase suya cargada de coherencia:

"He dicho muchas veces que la política es la segunda profesión más baja y me he dado cuenta de que guarda una estrecha similitud con la primera"

Descansen en paz todos los difuntos pero no estaría de más que desde su neutral posición les hicieran ellos el "truco o trato" a nuestros queridos próceres para que pudiesen probar su misma medicina, esta vez con el único terror que escapa a su control.


Día de Difuntos y de candidatos
E.Mateo Otto

3 comentarios:

  1. ¡Ay, amigo! Creo más en los espíritus que en los políticos. Ya sabes.

    Abrazos.

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  2. buen blog! yo vivo en uno de los apartamentos en buenos aires por lo que no tengo tanto conocimiento de españa, pero gracias por la info

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