jueves, 4 de diciembre de 2014

EL CIELO SE VOLVIÓ LOCO SOBRE EL MONCAYO. TESTIMONIO DE UN DILUVIO



Al gigante dormido, al majestuoso Moncayo, le cayeron encima todos los diluvios en sólo dos días. Desde Vera, en las alegres rampas que llevan a la cumbre, los tres exploradores fotográficos pudimos comprobar que los bosques eran ríos y los torrentes se derramaban por todo el suelo vegetal como si nunca la tierra hubiera tenido hartazgo de agua. No habría sido fácil ver tal espectáculo, pero mereció la pena retratar la insoportable mal crianza de una naturaleza que se olvida de sus propios límites y se enfada con sus lares favoritos. No escamotearan las raíces sus esfuerzos para medrar todo lo posible en nuevas copas y sombras complacientes pero sobrecoge la abundancia y hace temer la escasez. Todo se invierte, el cielo en un telón que se nos cae sobre la cabeza y nos hará perderla sin apenas darnos cuenta; el monte que se hace ciénaga incipiente. Aprovechemos que la cámara siente y veamos a los árboles temer por su vertical presencia. Llueve, llueve a veces tanto que sorprende, tanto como asusta. Es un testimonio después de una borrasca que descargó más de doscientos litros en dos días. Miguelón Sanz y Teo Félix, junto con servidor, hicimos cientos de fotos. Aquí, algunas.








Miguelón y Teo












Vista del Somontano del Moncayo









Miguelón   foto T. Félix

Miguel y Eugenio     foto T. Félix
foto Teo Félix
foto Miguel Sanz

foto Miguel Sanz
descorchando vino y preparando la tortilla. foto T. Félix
                                                                           
FOTOS  EUGENIO MATEO
MONCAYO 1 DICIEMBRE 2014

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