domingo, 26 de diciembre de 2010

YESTE, LA ESTELA DEL RECUERDO





                                           Abside de tambor  de influencia mozárabe serrablesa


            inscripción del tímpano: HONORE SCI SALVATORI ET SANTA MARIA MATER DEI ET SCI PETRI APSLI. 
                      anunciación con figura de la Virgen, el Angel, la paloma del Espíritu Santo y San José
                                           detalle en la base del arco de medio punto de la puerta de entrada al templo



                                                         Casa Ger


                                                             Casa   Lacasia
                                                   Casa Ger. Yeste
                                              Casa Ger
                                                         Casa Ger










                                           foto  Garcia Omedes
foto Garcia Omedes     
                                                           foto Garcia Omedes
foto Garcia Omedes



Lo primero que percibe el viajero que se acerca a Yeste es el silencio. A lo sumo el ladrido lejano de un perro que nos olfatea desde la última casa del pueblo, la única habitada de forma permanente, rompe la magia.El pueblo parece dormir bajo la protección de la torre de su iglesia románica. El tiempo se detuvo, silbando entre los muros derruidos de las otroras bulliciosas casas, ajeno al otro tiempo que circula apenas un kilómetro más abajo, ralentizado pero vivo, activo entre las vías del ferrocarril, quizá prediciendo su agonía pero punto de paso de gentes y vehículos que transitan de norte a sur y viceversa.

Puedo imaginar la vida antaño, cuando las cosechas eran las saetas del reloj de sus pobladores. El caserío tenía la prestancia montañesa de los recios hogares donde el clan familiar afrontaba los inviernos. Un noble caserón, de nombre CASA GER, sorprende en su magnitud a pesar de las viejas heridas que arruinaron sus sillares, que acabarán por dejarlo reducido a parapetos de piedra, refugio de  víboras y alacranes. Sin embargo la vida continúa y los ausentes vuelven poco a poco a poblar, tras los muros, las tardes en calma, casi a la vera del Pantano de La Peña. Es uno de los muchos pueblos de nuestra tierra a los que el "progreso" vació de susurros y que el eco cubrió de gritos sin  sonidos. Varias casas se han vuelto a habitar, algunas otras se preparan para ello, como es el caso de Casa Lacasia, con una preciosa puerta cuarteada y sillares góticos. Conviene recordar que en 1.850 la población era de 117 habitantes.

En días pasados la Asociación de Amigos de La Peña y Yeste, convocó a sus miembros para trabajar codo con codo en la rehabilitación de parte de la iglesia parroquial y su acceso. Yo no pude ayudar pero el entusiasmo de las gentes es vibrante, no en vano gran parte de los pobladores de La Peña Estación proceden de los antiguos habitantes de Yeste, que no tuvieron más remedio que emigrar, aunque sólo fuera un kilómetro, a el lugar a la orilla del Pantano y del ferrocarril donde había trabajo, servicios y comunicación. Probablemente Yeste encuentre su destino si se consiguiera crear una Rutas de visita del Románico, pues el entorno del Valle del Garona, con Rasal, Triste y Santa María contiene un rico patrimonio cultural de éste arte y la Iglesia del Salvador tiene atributos de interés suficientes para su visita. Es un templo del siglo XII con claras influencias jaquesas y mozárabes serrablesas. Su tímpano es una pieza que merece la pena observar con todo detalle. Encierra unas claves que llaman la atención, como son la figura con báculo, que se considera que representa a San Pedro pero que tiene una mano que no guarda proporción con el resto de la escena. Encima del Crismón, un Agnus Dei (Cordero de Dios) está enmarcado pero rotado unos 45º, lo que no es habitual en otros templos.Asimismo la escena de la Anunciación, revela una figura de una paloma que protagoniza, en representación del Espíritu Santo, la escena de la anunciación del Angel a la Virgen, pero que deja en segundo término a la figura de un San José, poco importante para el autor del tímpano. El ábside de tambor está rodeado por las tumbas del cementerio, algunas muy viejas, otras recientes. Esta terraza donde se asienta este camposanto es un espectacular observatorio de la Foz de Escalete y de la Sierra Caballera con el Pusilibro como referencia donde perder la mirada. En Yeste el visitante curioso podrá encontrar la estela del recuerdo.

Texto y fotos de Eugenio Mateo



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