El pasado jueves, 31 de marzo, y acompañado por mis buenos amigos y poetas Miguel A. Marín Uriol e Inmacula Marqueta, viajamos a Bureta con el ánimo de poder charlar de un proyecto en aquella localidad con Victor Barrios, propietario del Molino y de la mayor colección de cerámica amazónica Ucayali, a la vez que entrevistarnos con el XIIIº Conde de Bureta, D. Mariano de los Dolores Francia Lopez-Fernandez de Heredia e Izquierdo, propietario del Palacio de los Condes de Bureta y actual titular.
Los mencionados nos esperaban en el patio del palacio, donde su ubica el restaurante que D. Mariano regenta junto con su hermano Antonio. La verdad es que no es habitual que un conde me sirva un café pero esta familia, de muy rancio abolengo, tiene sus negocios de hosteleria focalizados en la gestión del Palacio, totalmente restaurado a espensas de su propia economía, y atienden con toda naturalidad a los visitantes y huéspedes. Con la misma amabilidad que Mariano desplegó en la charla, se ofreció a darnos una visita al conjunto del Palacio, que aceptamos encantados.
El aspecto del palacio después de la restauración luce como lo encontrarían sus moradores en los siglos XVIII y XIX; el orgullo con el que nos explicaba detalles sobre tal o cual obra de arte, estancia o archivos, da a entender la esforzada dedicación de los actuales condes a la tarea de promoción y apertura al público del patrimonio de la familia, sabedores de la importancia del legado histórico de la Casa de Bureta. Pocos museos privados disponen de unos fondos como los que pudimos contemplar. Consciente del momento, le pedí a Mariano volver para realizar un reportaje fotográfico, cosa que me aceptó encantado.
Suguiero a los lectores de mi blog, repartidos por todo el mundo, que entren en la web del palacio:
De esta reunión ha salido un embrión de proyecto expositivo que por mi parte voy a analizar con todo el cariño necesario y del que llegado el momento podremos comentar debidamente.
Recomiendo una visita que alimentará la curiosidad, el afán de saber, el poder degustar de su cocina, reposar en las estancias de la hospedería y conocer unos alrededores llenos de sorpresas, con el Moncayo cerca. Mejor venir sin reloj, para que el tiempo nos pueda hablar al oído de su calmado paso.
texto y fotos Eugenio Mateo
Lo mismo hubiera comentado yo sobre el Palacio y el Conde tras nuestra visita el 3 del 1 de 2013. Ciertamente el recibimiento fue cercano, cortés, atento, exposición de cuanto vimos detallada y valiosa y el comer (menú del día) delicioso y bien atendidos.
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