jueves, 4 de noviembre de 2010

HOMENAJE A LA MEMORIA














Miguel Angel Arrudi, como escultor y Fernando Bayo, como arquitecto, han instalado en el cementerio de Zaragoza un monumento a la Memoria de los represaliados fusilados por las fuerzas franquistas al inicio de la Guerra Civil y durante el feroz periodo de la misma, incluso de los primeros años de la dictadura. Con una superficie de 3.500 metros, el conjunto tiene forma de espiral, que esta formada por 3.542 placas de acero, de 90 cm. de altura, una por cada fusilado, con el nombre de la victima troquelado, así como la fecha del fusilamiento y la edad del fallecido. En 600 placas, sólo aparece la leyenda de "Hombre" o "Mujer", al no tener más información sobre los datos de estos fusilados.. El trazado de la espiral discurre por un jardín de plantas aromáticas. Al final del recorrido se alza una escultura cúbica de 4x4x4 metros, coronada por las figuras de unos pequeños pájaros. En esta obra, Arrudi, ha tomado partido por un contundente simbolismo, al darle un color rojo intenso y le ha dotado, como lema,de un verso del poeta Luis Cernuda: "Recuérdalo tú, recuérdalo a otros".

Con este Memorial, se ha conseguido restituir la dignidad de 3.542 ciudadanos, que fueron victimas de sus ideas o simplemente de la barbarie de sus propios vecinos, que durante muchos años reposaron en una fosa común sin más información que la sospecha de que allí reposaban para siempre.

El desarrollo de la idea y su ejecución dan buena prueba de la capacidad artistica del binomio BAYO/ARRUDI, pues fieles al simbolismo del proyecto han sabido integrar la memoria de las victimas en la esperanza de las familias, acercándo a ambas a una comunión de los dolores que los unos y los otros han sufrido. El Totem cúbico abre ventanas al cielo, permitiendo que la luz devuelva los recuerdos. A la vez bunker de paz pero refugio de la identidad ante el oprobio de la sinrazón.

Enhorabuena mis queridos Miguel Angel y Fernando. Enhorabuena, herederos de nombres de héroes que nunca pretendieron serlo.

texto  Eugenio Mateo
fotos  Arrudi

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