miércoles, 24 de noviembre de 2010

ROMA. CITTÁ APERTA







































  Roma bien vale un rosario, por no desmerecer de Paris, que bien vale una misa. Ciudad mezcla de olores y colores, sobre todo en el Barrio del Trastevere, en la que se puede estar absorto en cada esquina o se pueden comer los peores spaguettis de toda una vida en la Via más de moda como es la Venetto. ¡Porca miseria! Afortunadamente,el aroma de los Fungi Porcini (boletus edulis) se escapa  por cualquier ventana de trattorias o ristorantes del otro lado del Tiber, como pidiendo perdón por los desalmados que creen que los turistas no entendemos de pasta.

  Roma tiene siete colinas, aunque más bien son promontorios o cuestas porque no exceden de 60 m de altitud, pero que ayudan a ver la ciudad, sobre todo desde una terraza del Monte Aventino. Parece ser que aquel recién llegado a la ciudad que haga el Via Crucis de las siete colinas tiene ya un terreno pagado en el cielo. No olvidemos que en Roma tienen un Papa que manda mucho y que en su oficina se expenden esos títulos. He venido a Roma varias veces con diferentes trajes de peregrino, que me ha permitido amarla a ras de strade o sobrevolarla en grupo VIP, pero siempre me ha dejado el sabor de querer disfrutarla un poco más, como a la amante, que sabia, te deja con ganas para que siempre vuelvas. He vivido situaciones al límite como cuando una compañera en el viaje de estudios me llevó con ella a las mejores joyerías donde se probaba anillos que en alguno de sus dedos se perdían, con la suerte del tonto que no me llevó a Regina Coelli de milagro, aunque fuese inocente. La pérdida de mi documentación en el Ambasciatory Palace Hotel y su recuperación por una asistente. La bronca en la Stazione Termini con un falso taxista que nos quería timar. La imitación de Mastroniani, metido en la Fontana de Trevi y la siguiente identificación ante un carabiniere. La reclamación a un hierático Guardia Suizo a la entrada de San Pedro porque me quería retener la cámara de fotos....    Roma, noche, día, música, calor, color, aire de libertad, Italia viva.


texto y fotos Eugenio Mateo

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