jueves, 5 de septiembre de 2013

INAUGURACION DE "CON-FIGURACIONES". ALVARO PEÑA EN EL ECAD 4 septiembre 2013




“CON-FIGURACIONES” / Álvaro Peña
                                           
                                                      
                                                                                   “Lo que busco no es la realidad ni la irrealidad,
                                                                                     sino lo inconsciente, el misterio de lo instintivo
                                                                                    en la raza humana”
                                                                                                                                   AMEDEO MODIGLIANI



El marqués Amedeo dal Pozzo encargó a Nicolas Poussin (1594-1665) grandes lienzos para su palacio de Turín, entre ellos el conocido como “La adoración del Becerro de Oro”, un descriptivo óleo pintado en 1633-34, de 154 X 214 cm., exponente del Barroco francés y que hoy se encuentra en la National Gallery de Londres. En él se descubren a los israelitas gozando en una bacanal, en torno a un falso ídolo, el becerro de oro; el enfurecimiento de Moisés se manifiesta con el correspondiente castigo a los danzantes, y les hace beber el oro fundido del becerro mezclado con agua.

Hoy, Álvaro Peña (Murcia 1968) presenta una colección de cuadros bajo el título “CON-FIGURACIONES”, que se instala junto a restos de sillares de muralla romana del siglo III después de Cristo, en el ESPACIO CULTURAL ADOLFO DOMÍNGUEZ, en Zaragoza. El artista plástico ha renovado su lenguaje artístico en los últimos cuatro años. Las figuras retratadas a través de acrílico sobre lienzo y tabla, se desvanecen a las leyes anatómicas y a la concepción fisonómica de la silueta humana. Las criaturas que pinta Álvaro Peña se ofrecen mediante composiciones figurativas con elevada carga de expresividad.

“Soy un inconformista nato y busco continuamente la autenticidad en la pintura. Si tengo que desgarrar una figura, la desgarro”, cuenta el polifacético artista, que experimenta sobre una “figuración expresionista”. Su obra trasciende de la belleza superficial para incidir en la búsqueda incesante de la espiritualidad del ser humano, al igual que anteriormente hicieron Egon Schiele, Oskar Kokoschka, Gustav Klimt o Amedeo Modigliani. El livornés dijo un día: “Cuando conozca tu alma, pintaré tus ojos”

La exposición la preside un gran mural, de dos metros de alto por tres metros de ancho, bautizado como “El penúltimo teatro del mundo o la fórmula magistral del deseo”, fluctuando en la dramaturgia de Calderón de la Barca. En los cuadros de Peña transitan y posan ciudadanos del mundo actual, personajes icónicos, junto a criaturas de diferentes épocas históricas. Advertimos una selva de individuos de diferentes sexos que pueden simbolizar el poder, el dinero, el placer, el desenfreno, la marginación, la tiranía, el erotismo, la belleza, la mentira, la lujuria…  seres de cuerpos distorsionados en hechuras y alma, que se transforman para representar -lo mejor posible- el papel que le ha correspondido en el reparto de “oficios”  en nuestra sociedad mediática y consumista.

Confiesa el autor que “lo que pinto, en ocasiones, no es muy entendible y cómodo de mirar”.
Las proporciones de El Hombre de Vitruvio, respetadas desde 1490, se disipan para concebir a individuos deformes, caóticos, híbridos…, donde las orbitas y los músculos extrínsecos del ojo adquieren dimensiones sobrenaturales, se multiplican y desdoblan, con grotesca adaptación por si de esta manera pudiesen ser actores de venideros universos cósmicos.

Aparecen en los cuadros un gigante dios-Beckham, coronado con el becerro de oro; un indomable khuzdul  (enano) que sostiene a una futura decrépita madrastra de Blancanieves, que desearía ser Dorian Gray; casquivanos domadores de gatos; funambulistas que mantienen en equilibrio una trilogía sexual empírica; cortesanas que suspiran por ser martirizadas como santa Olalla… y ese espectáculo lo presencia un asustadizo castrati, Alessandro Moreschi, “l´angelo di Roma”, el último castrado de la historia por fines líricos, que formó parte del Coro de la Capilla Sixtina. La pintura de Álvaro Peña, de trazo libre y emocionante, rezuma la angustia existencial del hombre moderno en un mundo deshumanizado.

En el “Filebo” de Platón, se desarrolla una tertulia entre Sócrates, Protarco y Filebo, donde este último sostiene que “el placer es el bien al que todo ser animado tiende por naturaleza”, pero los contertulios se plantean la duda de “ser feliz con placer o con sabiduría”. Polichinelas y dandis autómatas se asoman a los lienzos de Peña, burlándose de idolatrías y prejuicios sociales. “Los recovecos de la mente son complicados y voy adentrándome por laberintos cada vez más extremos y confusos”, añade el pintor sobre las obras que forman sus recientes e inquietantes “con-figuraciones expresionistas”.


Pedro López Morales

Comisario de la exposición


                                                                           












fotos E.Mateo Otto

Con Pedro Lopez Morales y Alvaro Peña.  foto Mercedes
foto Mercedes
                                                                                                                                                                   

3 comentarios:

  1. No pude estar en la inauguración pero esto tiene muy buena pinta, así es que no me la voy a perder.

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  2. Mis felicitaciones!
    Y que espacio tan bonito.

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  3. no pude bajar ,, pero pasare a verla ,, ok un saludo

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