lunes, 14 de abril de 2014

CHOPOS DE RIBERA, MILAGROS EN EQUILIBRIO


Troncos achacosos donde esconderse el tiempo para jugar al escondite, altivos seres de castas archivadas en la memoria vegetal, supervivientes que resucitan una vez y otra después de cada invierno, monstruos de corazón duro que previenen de su ternura, chopos gangrenados sin torniquete en sus raíces acuáticas, provocadores de formas imposibles, impúdicos exhibicionistas de heridas abiertas de par en par, cuartel de invierno para insectos con hambre de madera, ordenada formación de milagros en equilibrio, muerte de la que despierta la vida, estáticas banderas de la obstinación que amenazan al cielo con sus mástiles, húmedo suspiro entre fronteras, tierra y agua, monte y lago, árboles sin miedo a la paciencia de saborear la ruina, savia que aún encuentra el camino que no existe, sagrario de reliquias de resina estéril, podredumbre que viaja de corteza en corteza, hálito de descomposición presagio de derrumbes, peleadores con el tiempo al borde de la campana, viejos alcahuetes de nuestros pasos perdidos, testigos inapelables de su inconfesable levedad. Los árboles artríticos de la orilla incompleta que festonean con ribetes de verdura las huellas de su razón. Arcanos supervivientes en la nuestra.





















fotos Eugenio Mateo


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