lunes, 7 de abril de 2014

EL HYGROPHORUS MARZUOLUS Y UNA NUEVA TEMPORADA EN EL PREPIRINEO


Varios miembros de la Sociedad Micológica de Ayerbe atendimos la propuesta del presidente, Emilio Ubieto, para tirarnos al monte en la primera salida micológica del año. Los marzuolus eran el objetivo de nuestro estudio de campo y mientras el microbús ascendía la siempre interesante conversación con Emilio acortó el trayecto. Todavía se desperezaban las nieblas por los roquedos cuando llegamos a nuestro destino y como si un árbitro invisible hubiese dado la salida nos pusimos a andar como si lleváramos prisa, ladera arriba. Le achaco al cierzo y a lo temprano de la mañana el paso de legionario que nos impusimos sin ponernos de acuerdo aunque en secreto todos esperábamos alcanzar el bosque cuanto antes; la recóndita presencia de la seta de marzo, el Hygrophorus Marzuolus, que juega al escondite con los ojos, tiraba de nosotros.

Es la primera seta del año, cuando la nieve se retira y comienza la primavera. Este año han sido confirmadas abundantes recolecciones en enero y febrero en algunas partes del país pero aquí, en esta zona, en la que todavía se resisten a fundirse los últimos neveros, no se han tenido noticias de capturas por lo que nuestra intención es comprobar su aparición en un bosque idóneo de abetos y hayas. La umbría se nos traga y en un momento pasamos a ser voces que se distancian, atentos a los pasos y a la hojarasca. El setero y el bosque forman tandem en la liturgia del silencio que trasciende al sueño de la seta. Se mimetiza en la turba y en las hojas descompuestas con su recio sombrero negro, brillante como la piel de una ballena varada en la espesura, silente, dormida en un refugio que no es inexpugnable. Es tan tímida que no tiene olor aunque las ardillas la adivinan como desayuno pero es prieta, tenaz y frágil en sus bordes, su pie robusto es blanco o gris según la edad. La blancura de las laminillas en ejemplares jóvenes contrasta con el gris negruzco de la cutícula; los que recogimos, salvo excepciones, eran ejemplares recientes lo que nos da base para determinar que son las primeras floraciones.

Aún nos aguardaba la última sorpresa: Una morchella, una preciosa colmenilla rampante que asomaba el sombrero sinuoso al borde un boj en un claro soleado. Quizá haber madrugado tanto la pilló desprevenida pero su hallazgo es toda una premonición de abundancia, lo veremos. A medio día nos reunimos el grupo, que va emergiendo por distintas playas de arenas de musgo para dar cuenta del almuerzo, otra liturgia setera que no se debe perder de vista. Un buen Edra, vino de una bodega de Ayerbe con el que Ubieto nos obsequió, ayudó a pasar el rico bocadillo de sardinas con la consabida rodaja de tomate. De regreso, en una ladera norte bien drenada pudimos recoger unos cuantos ejemplares de Cantharellus Lutescens o trompeta amarilla, que demuestran por otro lado la caprichosa actuación de la Naturaleza en este invierno que se va.

A la vuelta y ya en casa, luego de una buena limpieza, los marzuolus pasaron a formar parte de una sencilla receta que os cuento: Unas judías verdes troceadas al vapor se mezclan con un sofrito de marzuolus, ajos tiernos y cebolla al que se le añade unos dados de lacón. Punto de sal y toque de mezcla de pimientas. Probadlo. -¡Ah!- y para no salir de la tierra, si el manjar se moja con un Edra Blanco Luz, mejor. Si no, para eso están los colores.
















Miembros de la Sociedad Micológica de Ayerbe










Fotos: Eugenio Mateo
5 de abril 2014

4 comentarios:

  1. Qué envidia me das... no solo por las magníficas fotos, por el paisaje, por la compañía... también por las setas, claro. ¡Una primicia! Colocaré alguna en mi Faceebook, con tu permiso.
    Gracias, Eugenio.

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    1. Tendremos que preparar una salida tu y yo un día entre semana. Puedes usar las fotos, naturalmente, y gracias a tí

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  2. No se cuál vista es más hermosa: si la del suelo con los hongos de formas caprichosas, o la del cielo enredado de esas soberbias montañas. Y eso que no has puesto ( bendita misericordia la tuya) la vista de media distancia, digo la de la sartén rebosante de esos tiernos elementos que dices cocinaste con más arte que el mismo Chicote. Lástima que no necesitasteis

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  3. Lástima que no necesitasteis ayuda

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