Año tras año, y van muchos, veo pasar las grullas volando muy altas, recorriendo el mismo camino, hacia el sur cuando se abarrunta el invierno o hacia el norte cuando se aprecian las primeros anuncios de la primavera. Para mi, ejercen como páginas del libro de mi vida.
Este año, hace unos días, el tiempo fue incierto y se sucedieron en tres días, tres climas completamente distintos. Imagino que el codigo genético de estas aves migratorias estará acostumbrado a muchas situaciones límite pero fue curioso observarlas pasar un viernes, con mucho viento pero soleado, y al día siguiente verlas volver de nuevo en dirección contraria, hacia el sur, porque en la cordillera de altas cumbres, el tiempo cerrado y borrascoso les impedía el paso. Finalmente,el domingo, con un tiempo espléndido repitieron su desfile aéreo hacia las tierras del norte, esta vez exitoso.
Posiblemente, si el temido cambio climático se consolida, a muchos nos parecerá que el trascurso de las estaciones se habrá vuelto un mero trámite en los calendarios. El año que no se escuchen los graznidos de las grullas será el momento de coger la alforja y correr a refugiarse en la cueva más profunda, porque los cambios definitivos habrán llegado..
fotos E. Mateo
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