En la excursión de hoy vamos a visitar la zona más oriental de la Comarca de las Cinco Villas que comprende las poblaciones de Fuencalderas, Biel, Luesia, Uncastillo, Layana y Sádaba.
En los tiempos de la Reconquista frente al Islam, estas tierras fueron llamadas la Extremadura Aragonesa pues ejercieron de frontera sur del Condado primero y después Reyno de Aragón, con los territorios bajo ocupación musulmana. La construcción de castillos y fortalezas en el eje Loarre- Biel- Luesia- Uncastillo y Sos es la mejor prueba del carácter fronterizo en los siglos X y XI.
Tomando como partida la Finca Aroa, a orillas del Pantano de la Peña y bajo la advocación del Pusilibro, el gigante tranquilo de la Sierra de Loarre, salimos en dirección a Ayerbe, por la A-132. Allí nos desviamos por la A-1202 en dirección Sádaba. Antes de cruzar el puente del Gállego, cerca de Santa Eulalia o Santolaria de Galligo en aragonés, pasamos junto a los restos de un antiguo cenobio monacal amurallado, en cuyos muros el tiempo y las hiedras se empeñan en envejecer.
La carretera cruza Santa Eulalia y poco a poco asciende en dirección al Puerto de Sierra Mayor. Es conveniente hacer una parada para dar gusto a la mirada pues la panorámica es espectacular. Los perfiles de la Peña del Gratal se hacen reconocibles a los lejos e incluso la silueta de Guara se dibujaba ayer nítida porque la lluvia había limpiado las ventanas del horizonte. Bajo nuestros pies, las familiares formas de los Mallos de Agüero y Riglos. Entre ellos, perfectamente visibles, los farallones de San Juan de la Peña y más allá, las nieves que brillan sobre el remoto Pirineo. A mi derecha, en la dirección que llevamos, los acantilados kársticos de la Sierra de Santo Domingo y las aldeas dormidas de San Felices y Salinas Viejo. Grandes masas boscosas de pinos escoltan la ruta, en suave bajada, que nos lleva, primero a Fuencalderas y luego a Biel a 785 m. de altitud.
Sobre el casco urbano, predomina como un atento vigilante, la silueta sin par del Castillo y a su lado, recostada en su protección, la Iglesia de San Martin. Hay vestigios de restos que demuestran, por haber sido datados, que hace 10.600 años ya poblaban el lugar antepasados nuestros aunque los primeros registros en Documentos sobre la existencia de Biel se remotan al año 938.
El Castillo fue terminado en 1086 bajo el reinado de Sancho III el Mayor, Rey de Navarra, preocupado de ensanchar sus dominios frente al invasor musulmán- Lo primero que nos dice su contemplación es que no es un reducto cualquiera, de los muchos construidos sino que su perfil corresponde a las construcciones anglo francesas de Normandia, llamados Donjones, que son realmente fortificaciones formadas por una sola torre, eso sí, de grandes proporciones y dimensiones, usado igualmente como bastión defensivo y como Palacio Real. El Donjón de Biel está considerado como el ejemplo más grandioso de la España cristiana de la época y a mi parecer guarda profunda similitud con la Torre de Abizanda, en el Somontano barbastrense del Sobrarbe. Este tipo de edificación sería traída por maestros canteros normandos. Posteriormente el cardenal D. Hernando de Aragón, señor de la villa en el siglo XVI, mandó abrir grandes ventanales en las zonas residenciales de la Torre que se guardan en nuestros días. Fue el mismo D. Hernando quien construyó sobre la original iglesia románica del XI, de cuya época no quedan vestigios, la nueva iglesia tardo gótica con elementos renacentistas, como una espectacular galería superior en ladrillo policromado. La portada es un claro ejemplo de Renacimiento y dentro de la iglesia se guarda un magnífico órgano barroco.
El caserío está formado por elegantes casas solariegas en renacimiento aragonés, de sólida construcción y blasonadas, presentando un Conjunto Arquitectonico de extraordinaria belleza. Destaca Barrio Verde o antigua judería con la sinagoga. Hay que destacar que la presencia hebrea en esta zona de las Cinco Villas vino motivada por el empuje reconquistador de los reyes cristianos y esta comunidad aparece registrada en documentos fiscales de 1294, siendo su población de unas 250 personas frente a los cristianos, que curiosamente sólo llegaban a 20 pobladores. La huella de Sefarad en esta comarca es tan intensa que hay registros de préstamos del banquero judío David Jana en un radio de trescientos kilómetros.
El entorno natural de Biel permite excursiones por pista que se adentran en la Sierra de Santo Domingo y la Val de Onsera, que comunican también con la cercana Luesia, siguiente etapa de nuestro recorrido
ESCUDO DE BIEL
texto y fotos Eugenio Mateo
marzo 2011
Preciosas las fotos... desde luego Biel es un pueblo que merece la pena visitar.
ResponderEliminarSaludos.