Cuando en la Galliguera se empiezan a mostrar los primeros sintomas del renacer de la Naturaleza, en la mayoría de lugares del llano, incluso a unos pocos metros menos de altitud, estos despertares de las plantas llevan ya unos días de adelanto. Hace poco todavía la nieve brillaba en los cercanos cerros; todavía la yerba no es verde; los árboles siguen mustios; no han comenzado las paradas de los milanos reales, mis vecinos, pero un ojo curioso podrá detectar los cambios, con sólo mirar despacio las puntas de los futuros brotes o mirar al horizonte a través de la furiosa floración de los almendros. Los bulbos acuden puntuales, como cada año, no importa lo seco del verano ni el hambre hostil del jabalí. Los más madrugadores son los jacintos, llegarán pronto lo tulipanes, los lirios; los rosales más tarde. El escenario recobrará sus mejores telones. La vida continúa, una estación se inicia, y van...
fotos Eugenio Mateo
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