En el aniversario del devastador incendio que se tragó la casi totalidad de los pinares de Castejón de Valdejasa, tuve la curiosidad de ver cómo un año después, este paraje , antaño destino de muchos zaragozanos,hacía frente a su destrucción.
Se agarrota el alma cuando te internas por los bosques inanimados de troncos quemados y todavía se respira el olor a hoguera y humo. Hasta el aire ejerce una presión extraña. La desolación se extiende lo que la mirada alcanza y pequeños signos de vida rebrotan , coscojos que aderezan con verdes incipientes la negrura , para cumplir el ciclo y renovar el suelo , pero habrá que esperar ¿ cuantos años ? ¿cuantas generaciones ? cuantas vidas ? Pero , ¿ nos queda tiempo realmente ?
En medio del desastre surge la huella ancestral de la Calzada Romana, que unía Caesar Augusta con Pompaelo (hoy Pamplona ) que mandó construir Augusto. Qué ironia resulta ver sus blancas piedras cruzar indiferentes ante los negros tizones de los pinos. Para terminar la ruta y poder descubrir placeres de diario, me llegué a Castejon de Valdejasa, patria del escabechado, y en su único restaurante me dí el gustazo de comerme una perdiz en escabeche,que mitigó en parte el disgusto del dasayuno con olor a chamusquina. No os lo perdais.
No hay comentarios:
Publicar un comentario