lunes, 27 de febrero de 2012

ANNUS HORRIBILIS




Hace unos años, la hierática cara de esfinge de la reina inglesa esbozó un gesto que fue retratado para la posteridad como el ejemplo de que nadie está por encima de la desgracia, ni siquiera los reyes. Annus horribilis, parece ser que dijo al pasar revista a un año 1992 cuajado de sucesos desastrosos para su vida personal, incluido el incendio del castillo que lleva el nombre de su linaje: Windsor.

Pero para la inmensa mayoría del resto de mortales, plebeyos de cuna sin riquezas ni poder, esta manera de denominar lo funesto, que se derrumba en caterva sobre nosotros, puede tener como latinajo la intención de no llamar pan al pan sino masa de harina cocida al horno. Es necesario ser consecuentes con el futuro, al que podemos llamar sin miedo a pasarnos: Tempus horribilis.

El Tiempo, sin limitación de periodos; en su tremenda acepción de cosa que escapa a nuestro control; yugo que se nos regala aunque nunca lo poseamos. Como un tío vivo, ésta invisible constancia de nuestra triste condición se zambulle en la rueda del azar para subvertir el escenario de nuestro propio teatro en un siniestro panorama de sumisión. El cómo hemos llegado hasta aquí carece de importancia pues parece probado que  se está tratando de  imponernos oscuras consignas. Utilizando inverosímiles argumentos se nos culpa de habernos instalado en el bienestar pensando que era gratis, aunque, en mi opinión, lo que quieren de verdad es que olvidemos lo que fuimos.  Olvidos que son sólo la antesala de una sociedad temerosa y cobarde. Renuncias por las que se colarán proyectos y realidades. Nuevos tiempos asoman en los que ya no hará falta definirlos.

La Historia es el albacea de nuestro legado pero siempre hubo manos que la manipularon. Nuestro código genético es así, obligando a leer entre líneas las andanzas de los imperios que siempre ostentaron el poder. Leer entre líneas la actual situación lleva a sentirse deprimido, a la vista de tanta información indescifrable que ofrece un caos a plazo fijo. Tiene que ser otro el horizonte en el que mirar.

Sin habernos inscrito, estamos recibiendo cursos de economía acelerada que sólo producen mayor confusión en los neoconversos a la fuerza que somos los comunes miembros de la sociedad. Nadie entiende nada aunque todos conocen los motivos. Es la paradoja de ir al cine sabiendo el final de la película. Le resta interés. Todos estamos sintiendo la presión, más fuerte que nunca, ejercida sobre la población por parte de un ente invisible que casi nadie conoce pero que dirige; dispuesto a no tener un solo resorte sin controlar. El Poder. Siempre fue así, pero hay grandes diferencias entre estar seguro de quién manda a no saberse quien manda porque  no se da a conocer.

De todas formas, siempre se ha dicho que los males nunca vienen solos. Al enternecedor panorama que nos ocupa se añaden nuevas hipotecas. ¡Lleva tres meses sin llover!!! Eso sí que puede ser  annus horribilis.



Eugenio Mateo
Annus Horribilis

1 comentario:

  1. Cierto Eugenio, corren malos tiempos.Tiempo para piquiatras y psicólogos que ven el paro más de lejos.El personal anda (andamos) desorientados, la rumorología se desata imaginando culpables de lo que nos acongoja; entes que dirigen nuestra vida desde quien sabe dónde. Aprendemos nuevos términos que nos inquietan como "prima de riesgo" y nos entra enorme desazón que nos lleva compulsivaménte a averiguar si la nuestra es más o menos alta que la de Italia o la de Grecia...Fusiones de Cajas que nunca hubiéramos imaginado y que nos hacen temer por los cuatro euros que tenemos depositados en ellas... En fin, como dices en tu estupenda alocucion, el más inocente es el tiempo, aunque nos castigue con no regalarnos un poco de lluvia...pero... ¿No estará vengándose de nosotros por no dar Tiempo al Tiempo?
    Saludos Eugenio. Espero disculpes esta intervención un poco tonta. Nos vemos.

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